viernes, 13 de junio de 2014

Amor con punto final

AMOR CON PUNTO FINAL


En este nuevo milenio la función que cumple la mujer en la sociedad ha ido cambiando progresivamente. Ahora se habla de una mujer independiente, luchadora e invencible, y que incluso ha tomado el rol del hombre y lo desarrolla como tal.
Por más cambios de la sociedad aún son muchos los casos de mujeres que viven a la sombra de su pareja, se adhieren a él y a sus decisiones.

Pregunté a un grupo de mujeres entre 18 y 25 años sobre el amor y hasta qué punto estaban dispuestas a dejarlo todo. En sus respuestas había temor de entregar todo sin ser correspondido. Además  noté que asociaban amar con el sufrimiento.

Las frases como el “amor todo lo perdona” y “errar es humano” son justificaciones que consideran necesarias para salvar la relación y no verse sumergida en la soledad y el sufrimiento.

En muchos casos dan una nueva oportunidad después de una infidelidad o un golpe. Están ciegas y así creen que él va a cambiar.

Son innumerables los casos de mujeres peruanas que todos los días se ven envueltas en esas encrucijadas y  son pocas las que logran terminar con una relación dañina.

Uno de estos casos es el de Anaida que durante tres años y medio vivió una relación tormentosa que aún no ha podido olvidar.
A sus 19 años se enamoró de Armando. Un hombre doce años mayor con trabajos eventuales y poco confiables. Se conocieron por amigos en común. Fue su primer amor lleno  de episodios de violencia que solamente destruyó el significado verdadero del amor saludable, respetuoso e incondicional.

Ella siempre estuvo consciente de su pasado y de todo el dolor que él había sufrido. Por eso, solamente buscaba protegerlo, amarlo y ayudar a solucionar sus problemas para formar una familia y ser feliz. Lo intentó todo. Renunció a su independencia, amistades, familia y no se daba cuenta lo infeliz que era.

A pesar de que vivía con sus padres y solo iba a casa a descansar porque el resto del día la pasaba junto a él. Comenzaron las escenas de celos, de palabras hirientes, de supuestas infidelidades. Ella decía que la celaba porque la amaba demasiado. Luego de los celos vinieron los golpes.

Se sentía perdida, dolida, llena de ira y de frustraciones porque no podía cambiar su forma de pensar. Su mejor solución fue recurrir al alcohol, a la soledad y guardar todos esos sentimientos negativos sin aflorarlos, siempre recurría en medio de llantos a reclamarle sus malos tratos y él siempre le pedía una nueva oportunidad. Era así como se aprovechaba de la situación, hasta que todo se convirtió en un círculo vicioso.

Fue cuando tomó decisiones drásticas, aunque dolorosas. Decidió separarse de ese amor que la mataba por dentro, y destruía su autoestima, respeto y las ganas de vivir. En realidad, la fuerza se lo dio su familia, las lágrimas de su madre cada vez que la veía en esa situación, las terapias al psicólogo y psiquiatra y las ganas de ser una profesional. Ahora a pesar de que aún es una herida abierta que cada vez que recuerda la lástima, no se lo desea a nadie porque cuando estás dentro de ella parece una historia de nunca acabar, crees que es un amor que no terminará. Y aunque ella considera que nunca volvió amar después de esa relación piensa que fue lo más saludable para su tranquilidad. Ahora por fin puede respirar sin miedo, sin culpas, sin rencor.

Shirley una joven alegre, arriesgada, sociable que conocí cuando me la presentó un amigo en una fiesta. Tenía 27 años y es muy agraciada, quizás me impactó de ella la cosas en común que teníamos. Lo que más recuerdo de aquella vez fue cuando me dijo nunca he tenido una amiga y quiero que seas tú. Me quedé sorprendida, porque en esas palabras vi reflejada la necesidad de ser escuchada y el miedo a estar sola.

¿Será por eso que nos hicimos íntimas?, me contó que había terminado una relación de 4 años y que en su vida solo había tenido dos enamorados. Era tan enigmática que decidí preguntarle qué había sucedido. Triste me contó la historia, era un hombre violento, muy celoso no solo le prohibía tener amistades, sino que le exigía como se tenía que vestir, maquillarse y hasta la obligo a renunciar a su trabajo.

Ella decía lo mal que se sentía, pero que aún así lo amaba, que no podía dejarlo porque era su protector, y porque ya no tenía las ganas de empezar una nueva relación porque se sentía que gran parte de su vida la había invertido en él, sacrificando su carrera de economía, que ya estaba en los últimos ciclos, por hacer que cumpla sus aspiraciones.

Sentía la impotencia de todo lo que había entregado y que en cambio solo recibía humillaciones, maltratos físicos y psicológicos y los intentos fallidos de denunciarlos por esos golpes evidentes que no solo marcaron su piel sino también su alma. Él siempre se burlaba y amenazaba  por el simple hecho de que su padre era policía y le encaraba que sus denuncias jamás serían procesadas.

Ahora perdí contacto con ella por situaciones de la vida, lo último que supe es que tomó la decisión de abandonarlo porque ya no la amaba y que todo el tiempo la estuvo engañando. Será cierto o simplemente es una estrategia de una mente tan desquiciada y sádica, que solo busca dañar a las personas con sus actitudes.

Estos son casos de todos los días, muchas de las mujeres no viven para contarla. Es así que la directora y psicóloga Nelly María Canción Suárez de la casa terapéutica Vida Mujer nos explica porque las mujeres asociamos el sufrimiento con el amor."Ellas no asumen que están sufriendo por amor, pero argumentan que el amar es entregar, aguantar, con tal de ser felices. Por eso sus parejas son hombres con estos patrones de conducta: agresivos, distantes, conformistas, adictos, violentos, delincuentes; y al darse cuenta de su pasado difícil justifican su comportamiento asumiendo que ellos no tienen la culpa de ser así, sino de la vida que les tocó vivir y los forzó a convertirse en esas personas. Es así que buscan cambiarlos asumiendo papeles de salvadoras, protectores e incluso de madres".


El síndrome de Peter Pan también es un patrón de conducta  que determina que son los hombres que no han crecido emocionalmente a pesar de su edad cronológica. La mujer que ama a estos hombres son dependientes emocionales, y siempre encuentran actitudes positivas en ellos, los sobre estiman
.
“Son hombres joviales, divertidos, caballeros, trabajadores, seductores, almas de las fiestas, pero que son inmaduros ya que no diferencian el haber crecido con ser adultos. Generalmente son narcisistas y no aman solamente buscan ser admirados, queridos, que giren las cosas en torno a él”, desarrollan agresividad verbal y física, humillaciones, amenazas y desvalorizaciones. La mujer dependiente siempre tiene la esperanza de que cambiaran; afirma la psicóloga.

Todos estos conceptos de amar dañino solo nos perjudican emocionalmente y nos puede llevar a  grandes depresiones o incluso a la muerte.

El amar debe ser saludable. Debemos de dejar una sociedad llena de violencia y valorarnos como seres humanos y sobre todo como mujer, como esa flor tan delicada que merece ser amada, respetada y aprender que somos capaces de ser felices sin aguantar tanto sufrimiento que solamente conlleva a un círculo del nunca salir y que somos expuestos como ejemplo para una nueva generación.


Es solamente decisión de cada una porque de amor ya no se muere. 

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