AMOR CON PUNTO FINAL
En este nuevo milenio
la función que cumple la mujer en la sociedad ha ido cambiando progresivamente.
Ahora se habla de una mujer independiente, luchadora e invencible, y que
incluso ha tomado el rol del hombre y lo desarrolla como tal.
Por más cambios de la
sociedad aún son muchos los casos de mujeres que viven a la sombra de su
pareja, se adhieren a él y a sus decisiones.
Pregunté a un grupo
de mujeres entre 18 y 25 años sobre el amor y hasta qué punto estaban
dispuestas a dejarlo todo. En sus respuestas había temor de entregar todo sin ser
correspondido. Además noté que asociaban
amar con el sufrimiento.
Las frases como el “amor
todo lo perdona” y “errar es humano” son justificaciones que consideran
necesarias para salvar la relación y no verse sumergida en la soledad y el
sufrimiento.
En muchos casos dan
una nueva oportunidad después de una infidelidad o un golpe. Están ciegas y así
creen que él va a cambiar.
Son innumerables los
casos de mujeres peruanas que todos los días se ven envueltas en esas
encrucijadas y son pocas las que logran
terminar con una relación dañina.
Uno de estos casos es
el de Anaida que durante tres años y medio vivió una relación tormentosa que
aún no ha podido olvidar.
A sus 19 años se
enamoró de Armando. Un hombre doce años mayor con trabajos eventuales y poco
confiables. Se conocieron por amigos en común. Fue su primer amor lleno de episodios de violencia que solamente destruyó
el significado verdadero del amor saludable, respetuoso e incondicional.
Ella siempre estuvo
consciente de su pasado y de todo el dolor que él había sufrido. Por eso, solamente
buscaba protegerlo, amarlo y ayudar a solucionar sus problemas para formar una
familia y ser feliz. Lo intentó todo. Renunció a su independencia, amistades, familia
y no se daba cuenta lo infeliz que era.
A pesar de que vivía
con sus padres y solo iba a casa a descansar porque el resto del día la pasaba
junto a él. Comenzaron las escenas de celos, de palabras hirientes, de supuestas
infidelidades. Ella decía que la celaba porque la amaba demasiado. Luego de los
celos vinieron los golpes.
Se sentía perdida,
dolida, llena de ira y de frustraciones porque no podía cambiar su forma de
pensar. Su mejor solución fue recurrir al alcohol, a la soledad y guardar todos
esos sentimientos negativos sin aflorarlos, siempre recurría en medio de
llantos a reclamarle sus malos tratos y él siempre le pedía una nueva
oportunidad. Era así como se aprovechaba de la situación, hasta que todo se
convirtió en un círculo vicioso.
Fue cuando tomó
decisiones drásticas, aunque dolorosas. Decidió separarse de ese amor que la
mataba por dentro, y destruía su autoestima, respeto y las ganas de vivir. En
realidad, la fuerza se lo dio su familia, las lágrimas de su madre cada vez que
la veía en esa situación, las terapias al psicólogo y psiquiatra y las ganas de
ser una profesional. Ahora a pesar de que aún es una herida abierta que cada
vez que recuerda la lástima, no se lo desea a nadie porque cuando estás dentro
de ella parece una historia de nunca acabar, crees que es un amor que no
terminará. Y aunque ella considera que nunca volvió amar después de esa
relación piensa que fue lo más saludable para su tranquilidad. Ahora por fin
puede respirar sin miedo, sin culpas, sin rencor.
Shirley una joven
alegre, arriesgada, sociable que conocí cuando me la presentó un amigo en una
fiesta. Tenía 27 años y es muy agraciada, quizás me impactó de ella la cosas en
común que teníamos. Lo que más recuerdo de aquella vez fue cuando me dijo nunca
he tenido una amiga y quiero que seas tú. Me quedé sorprendida, porque en esas
palabras vi reflejada la necesidad de ser escuchada y el miedo a estar
sola.
¿Será por eso que nos
hicimos íntimas?, me contó que había terminado una relación de 4 años y que en
su vida solo había tenido dos enamorados. Era tan enigmática que decidí preguntarle qué había sucedido. Triste me contó la historia, era un hombre
violento, muy celoso no solo le prohibía tener amistades, sino que le exigía
como se tenía que vestir, maquillarse y hasta la obligo a renunciar a su
trabajo.
Ella decía lo mal que
se sentía, pero que aún así lo amaba, que no podía dejarlo porque era su
protector, y porque ya no tenía las ganas de empezar una nueva relación porque
se sentía que gran parte de su vida la había invertido en él, sacrificando su
carrera de economía, que ya estaba en los últimos ciclos, por hacer que cumpla
sus aspiraciones.
Sentía la impotencia
de todo lo que había entregado y que en cambio solo recibía humillaciones,
maltratos físicos y psicológicos y los intentos fallidos de denunciarlos por
esos golpes evidentes que no solo marcaron su piel sino también su alma. Él
siempre se burlaba y amenazaba por el
simple hecho de que su padre era policía y le encaraba que sus denuncias jamás
serían procesadas.
Ahora perdí contacto
con ella por situaciones de la vida, lo último que supe es que tomó la decisión
de abandonarlo porque ya no la amaba y que todo el tiempo la estuvo engañando.
Será cierto o simplemente es una estrategia de una mente tan desquiciada y
sádica, que solo busca dañar a las personas con sus actitudes.
Estos son casos de todos
los días, muchas de las mujeres no viven para contarla. Es así que la directora
y psicóloga Nelly María Canción Suárez de la casa terapéutica Vida Mujer nos explica porque las mujeres asociamos el sufrimiento con el amor."Ellas no asumen que están sufriendo por amor, pero argumentan que el amar es entregar, aguantar, con tal de ser felices. Por eso sus parejas son hombres con estos patrones de conducta: agresivos, distantes, conformistas, adictos, violentos, delincuentes; y al darse cuenta de su pasado difícil justifican su comportamiento asumiendo que ellos no tienen la culpa de ser así, sino de la vida que les tocó vivir y los forzó a convertirse en esas personas. Es así que buscan cambiarlos asumiendo papeles de salvadoras, protectores e incluso de madres".
El síndrome de Peter
Pan también es un patrón de conducta que
determina que son los hombres que no han crecido emocionalmente a pesar de su
edad cronológica. La mujer que ama a estos hombres son dependientes emocionales,
y siempre encuentran actitudes positivas en ellos, los sobre estiman
.
“Son hombres
joviales, divertidos, caballeros, trabajadores, seductores, almas de las
fiestas, pero que son inmaduros ya que no diferencian el haber crecido con ser
adultos. Generalmente son narcisistas y no aman solamente buscan ser admirados,
queridos, que giren las cosas en torno a él”, desarrollan agresividad verbal y
física, humillaciones, amenazas y desvalorizaciones. La mujer dependiente
siempre tiene la esperanza de que cambiaran; afirma la psicóloga.
Todos estos conceptos
de amar dañino solo nos perjudican emocionalmente y nos puede llevar a grandes depresiones o incluso a la muerte.
El amar debe ser
saludable. Debemos de dejar una sociedad llena de violencia y valorarnos como
seres humanos y sobre todo como mujer, como esa flor tan delicada que merece
ser amada, respetada y aprender que somos capaces de ser felices sin aguantar
tanto sufrimiento que solamente conlleva a un círculo del nunca salir y que
somos expuestos como ejemplo para una nueva generación.
Es solamente decisión
de cada una porque de amor ya no se muere.
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