¿Quién
no quisiera conocer los parajes más ocultos de la selva peruana? ¿De ese
inmenso pulmón del mundo, que aparte de albergar culturas que no conocemos,
oculta historias y aventuras inimaginables?
Los
personajes principales de estas aventuras, eran los pobladores, pero no
solamente ellos, también habían seres que escapaban a su imaginación, seres
divinos, seres buenos y seres malos. Árboles, ánimas que cuidan el bosque,
animales inmensos, y hasta el diablo mismo es lo que nos tiene guardada la
inmensidad de nuestra selva.
Estas
pocas historias que contamos nacieron de experiencias vividas por antepasados
quienes, en una noche donde la única luz que alumbra es la de la luna llena, se
sentaron con sus comunidades alrededor y empezaron una gran tradición oral que
es la de las leyendas y los seres mitológicos a lo largo de nuestra selva.
La
Sachamama
Quien ha visitado la selva del Perú, seguramente ha oído hablar de ella. La Sachamama le dicen, y según la creencia es una deidad selvática cuyo nombre se traduce como “Madre Tierra” o “Madre selva”. Este dios, con forma de una enorme serpiente, según se cuenta, vive en la selva, y pobre de aquel que se cruce en su camino, porque no tendrá tiempo de pronunciar palabra sin que su cuerpo sea consumido por esta enorme mole.
Se cuenta que la Sachamama tiene 60 metros de largo, y que pese a su tamaño, le resulta fácil esconderse de tal manera que su víctima no se dé cuenta de ella hasta que ya resulta muy tarde. La Sachamama, según la creencia presenta poderes, como la capacidad de hipnotizar a su víctima, de tal manera que esta ingrese voluntariamente a su boca. Se piensa, que dicha habilidad, ha hecho que este asombroso animal sea más estático, y no tenga la necesidad de buscar presas, ya que estas llegan hacia ella atraídas por sus encantos.
Cuentan que los que han sobrevivido a ella, han tenido mucha suerte, porque una vez que la Sachamama ve a su presa, se empecina con ella hasta capturarla.
El Tunche
El Tunche es un ser oscuro de la Amazonía que tiene la habilidad de adoptar forma humana, en especial de aquellas personas que se pierden en la Selva y con las que el Tunche ha entrado en contacto, pero también adopta la forma de personajes cercanos a su víctima.
En la historia del amigo de un amigo, la protagonista era su tía, dicen que ella había estado esperando a que llegara su pareja de trabajar, en eso ve que ya de noche aparece en la entrada de la casa y ella lo hace pasar y comer y luego se van a dormir, al rato ella escucha que de afuera la llaman y oye un silbido. Sale a ver por la ventana y ve a su marido afuera cuando ella acababa de dejarlo en su cama. El hombre de afuera la llama, ella vuelve a ver en su cama, creyendo que quien ha aparecido en la entrada es un espectro y se da cuenta que la persona con quien ella estaba acostada y que tenía la apariencia del marido no está. La mujer baja alarmada junto a su esposo y le cuenta la historia. El marido le dice que acaba de llegar que se había demorado en el camino y que seguro quien había estado cenando y durmiendo a su lado era el Tunche que había querido engañarla para llevársela y que no podía ser otro puesto que había desaparecido y se había identificado por el silbido.
Shapshico
Existe una gran variedad de seres espirituales en la Amazonía, benignos y malignos. El Shapshico es la especie que encarna a los diablillos silvestres de la selva, es de pequeña estatura, cuerpo alargado color rojizo, con dos cuernos pequeños y un rabo caprino, características similares a las del fauno de la mitología del viejo mundo. El Shapshico, es un ser que habita la inconmesurable selva amazónica conviviendo con la fauna, se manifiesta en el plano físico para poder cometer fechorías, sin distinguir a sus víctimas, provocando espasmos, vómitos y desmayos, solo con su presencia, a fin de poder robar, ultrajar y hasta matar seres vivos, (animales o personas pequeñas), que habitan alejados sectores poblados en el interior de la selva. Durante la época de la conquista representó un nefasto peligro para los primeros colonos, sin embargo, este demonio es vulnerable dentro del plano físico, por lo cual fue objeto de cacerías infernales, y hoy en día está casi extinto.
La Runamula: Mujer Mula
Cuenta la leyenda que cuando una mujer comprometida tenía relaciones prohibidas con un cura o misionero, ésta se convertía por las noches de luna llena en una bestia con cabeza y pechos de mujer y cuerpo de mula, que vagaba asustando con sus espeluznantes relinchos a los pobladores del pueblo o caserío. Los pobladores más valientes perseguían a la bestia para descubrir a qué lugar se dirigía cuando terminara el encantamiento, para así descubrir a la mujer infiel, la que era llevada donde un curandero para liberarla del hechizo mediante baños y ayahuasca.
La Lupuna
Árbol gigantesco que, hasta hace unas décadas, era solo un adorno de la naturaleza, pues no se usaba ni como leña. Ahora es muy codiciado para la fabricación de triplay y enchapados, utilizados en construcciones y mueblería. Se distingue a lo lejos por sobresalir sobre el techo del bosque. Muestra una frondosa copa parecida a un hongo gigante. Es bastante alto y derecho. Tiene el tronco grueso y abultado en el centro, que da fundamento a mitos y supersticiones populares. La madre o espíritu del árbol, posee un horrible aspecto y vive en el interior de la barriga abultada. Cada vez que éste espíritu sale de su morada, un gran estruendo sacude la selva; explotando con violencia la prominencia del árbol, luego vuelve a su estado natural como si nada hubiera ocurrido. Pobre de la persona que ofenda a la madre de la Lupuna, pues al instante descarga su furia contra ella, produciéndole la inflamación del vientre, que va creciendo hasta reventar como el árbol, matando a la persona en el acto. Vemos como los espíritus de la naturaleza al verse amenazados por la extinción que provoca el hombre, cobran venganza.
Chullachaqui
El chullachaqui es el diablo burlón de los bosques de la selva, que suele aparecerse a la gente en forma de animal o de mismo hombre, para engañarla y llevarla al fondo de la selva. Sin embargo, cuando se transforma en hombre es fácil reconocerle, porque el pie izquierdo es como de una criatura recién nacida, como raíz de árbol o como pata de chivo, aunque el condenado, procura ocultar ese pie de cualquier modo. Además, se delata por el fuerte olor a chivo que despide, y la gente, entonces, ya se halla en guardia: reza y hace cruces con los dedos o con ramas. Pero son a los niños, generalmente, a los que rapta.
A los niños que se quedan solos en las chacras o que andan así por los caminos. ¿Cómo puede un niño resistir el deseo de adueñarse, por ejemplo de una gallina blanca con primorosos pollitos, que de pronto se les aparecen y entran en el bosque?, ¿O de coger un pajarito de bello plumaje que se detiene junto a él y entra luego en el bosque suavemente cantando?, ¿O de seguir a su padre, madre u otro pariente (que no son tales sino el diablo convertido en ellos), que de improviso se les presentan? Ya en el interior del bosque, el Chulla Chaqui recobra su horrible figura de diablo y cuelga a sus víctimas de los cabellos en las ramas de los árboles más altos, tirándoles de las orejas, burlándose, riéndose de ellos.
Relatos reales
“Estaba yo sola por la ladera del río cuando escuché que se acercaban corriendo y riéndose, hablaban sobre lo que acababan de hacerles a unos caballos. Yo era ágil y rápida, entonces subí a un árbol y desde allí los pude ver. Eran chiquitos, con la cara arrugada y la barba blanca, se desnudaron y se metieron al río, allí habrán estado jugando en el agua unos 20 minutos y luego cogieron sus ropas y se fueron desnudos” cuenta Lina Ramos, un ama de casa de 88 años que emigró de Chachapoyas, Amazonas alrededor de la década del ’40 quien nos contó más historias.
“Mi papá un día me mandó a llamar a un peón, lo había contratado para que lo ayudase con unas tareas en la chacra, así que yo me puse en marcha. Había un camino que rodeaba una pequeña montaña pero para no tener que caminar tanto me metí entre la maleza, primero unos pajonales altos y luego árboles, hasta que llegué a una chacra. Cuando estoy por cruzar la chacra veo como pasa corriendo un ganado, pasó a unos metros de mí y luego se perdió entre los árboles. Yo entonces me paré en la cerca de la chacra para ver el destrozo que yo pensaba había ocasionado el animal, pero cuando vi no había nada, el único rastro que había era el mío, por lo demás parecía que ni un pajarito había estado por allí. Cuando regresé a mi casa le conté la historia a mis padres y me dijeron que en ese sitio había riqueza, que lo que yo había visto era la riqueza representada en un espíritu y que había tenido suerte de que no me haya visto, porque si me hubiera vist, me habría comido”, nos dice Lina, haciendo memoria y luchando contra los años que no le han borrado los recuerdos ni las ganas de volver a Chachapoyas a vivirlas de nuevo.
La selva, intenso hogar de animales exóticos, de historias increíbles y de parajes paradisíacos. Estos relatos son una pequeña muestra de lo hermoso de nuestro país y de lo que nosotros podemos vivir, pero, tienen que andarse con cuidado, no vaya ser que se crucen con el Chullachaqui o con la Sachamama y siempre guarden respeto por la naturaleza, porque aunque nosotros no lo creamos, nos vigilan y hasta pueden escuchar lo que pensamos.
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