Por: Ávila Alfaro , Katy Fiorella
GIMNASIO
Mejorar tu salud, previene enfermedades,
cuida tu cuerpo y muchos beneficios más.
Sin embargo,¿tienes mil pretextos para no practicarlo?
Te compras las mejores colonias, te compras ropa que
disimula esos kilitos de más, pero, ¿no crees que todo esto
es sólo externo y superficial? Existe una alternativa mejor
para estar saludable y mantenerse de forma perdurable: El ejercicio físico.
BENEFICIOS FÍSICOS:
Órganos: Fortalece no sólo el corazón y los pulmones, sino también las articulaciones.
Músculos: Aumenta su oxigenación, tono, fuerza y volumen.
Huesos: Incrementa su fuerza, flexibilidad, resistencia y densidad.
Funciones:Hace funcionar mejor la circulación, respiración, digestión, sistema inmunológico y metabolismo.
Niveles: Regula los niveles de triglicéridos, colesterol y glucosa en sangre.
Resistencia: Disminuye tu frecuencia cardiaca, mejorando tu resistencia y condición física.
PREVIENE ENFERMEDADES:
Haciendo ejercicio diariamente, puedes prevenir o tratar muchas enfermedades, entre ellas:
Cardiovasculares: Disminuye el colesterol malo y aumenta el bueno, protege las arterias, previene el riesgo de infarto y coágulos cerebrales y baja la presión alta.
Diabetes: Reduce el riesgo de padecerla y es uno de sus principales tratamientos (junto con dieta y cuidado médico) porque ayuda a controlar los niveles de glucosa en la sangre.
Cáncer: Disminuye significativamente el riesgo de padecer cáncer de colon o de seno.
Artritis: Mantiene flexibles las articulaciones y cartílagos, y gracias al movimiento el tejido recibe nutrientes.
GIMNASIO , MENTE SANA CUERPO SANO
NOS preocupamos excesivamente de mantener un cuerpo sano, ágil y estilizado. Utilizamos el gimnasio, las caminatas, la natación y todo tipo de deportes con los cuales más que divertirnos procuramos una rentabilización de su efecto sobre nuestra figura. Terminamos el gastronómico periodo navideño sufriendo por los kilos de más que se depositan alrededor de nuestra cintura y nos indignamos lo indecible cuando comprobamos que inevitablemente hemos dejado atrás las tallas de la juventud. Pero la preocupación se diluye cuando se trata de mantener la disciplina y el ejercicio en el órgano más importante de nuestro cuerpo: el cerebro. Presuponemos que se alimenta a sí mismo y que para su elástico funcionamiento, nada es necesario. Por otra parte, la reflexión sobre la importancia de su salud nos asalta bruscamente al comprobar los efectos del Alzhéimer sobre cualquier persona cercana o desconocida. Pero entonces es demasiado tarde. No podemos pretender alcanzar en poco tiempo lo que exige un cuidadoso y detenido ejercicio gradual y continuo. Lo entendemos muy bien si se trata del cuerpo o de sus músculos pero parecemos obviarlo cuando lo extrapolamos al cerebro. La importancia de ejercitar el trabajo mental y la conexión neuronal es fundamental. No podemos relajar este necesario ejercicio diario depositando en la rutina de las acciones vital, la garantía de nuestra lucidez en la vejez. Y sin embargo, es nuestro mayor anhelo llegar lúcidos a esta etapa de la vida en la que por otra parte podemos comportarnos, en muchos ámbitos, con semejante vivacidad y entusiasmo que en las precedentes. El siglo XXI está tildado ya como el siglo de la vejez. En el 2050 los españoles mayores de 65 años representarán el 65% de la población según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Evidentemente la medicina ha logrado prolongar la cantidad de vida. El reto está en la calidad. Con la edad, el cerebro es un órgano que sufre también el deterioro del tiempo y sus funciones de rapidez en la respuesta o en la conexión de los procesos se manifiestan en evidente recesión. ¿Es inevitable este deterioro? ¿Podemos escapar de él? ¿Existen estrategias para retrasar o esquivar la pérdida de capacidades cognitivas?. Recientes estudios sobre la actividad cerebral ponen de manifiesto que a pesar de que el cerebro sigue siendo un gran desconocido, el análisis de sus reacciones ante determinados estímulos asegura una supervivencia de sus funciones prolongada y eficaz a largo plazo. Mantener una actividad cerebral diaria ejercitada por la base de la lectura, la audición musical y la comunicación verbal, ayuda ampliamente a acumular reservas para el invierno de la vida. David Bartrés-Faz, del Grupo de Investigación en Neuropsicología de la Universitat de Barcelona y coordinador del estudio realizado por la Universidad de Barcelona y del hospital Clínic (publicado en la revista Neurobiology of Aging ) explica: «Las personas con un mayor reserva cognitiva, a pesar de su avanzada edad, tenían menos atrofia y un mayor volumen cerebral, lo que se podría asociar con una menor pérdida de conexiones sinápticas entre neuronas». Esta fue la primera conclusión que podemos analizar. Es decir, si logramos reforzar las acciones que nos permitan una gimnasia mental, tales como leer el periódico diariamente (comprometiéndonos con nuestro cerebro a no pasar levemente por los titulares), tener siempre activa la lectura de un libro (lo que equivale a seleccionar una lectura que capte nuestro interés y nos obligue a sentarnos con ella a diario), aprender y recordar números de teléfono (algo tan extrapolado de nuestra vida con la libreta de nuestros móviles que nos lleva a olvidar hasta nuestro propio número), dialogar con personas que nos permitan expresar nuestros pensamientos y sentimientos más allá de la simple comunicación parca, frugal y sobria de la oficina ( solemos regatear con bastante desenvoltura, la conversación que antes con tanta facilidad mantenían nuestros abuelos con cualquier persona) ;la lista de acciones sencillas y diarias es muy larga. La segunda conclusión se traduce en que si en un cerebro con reservas empieza a aparecer un daño puede continuar haciendo lo mismo que antes porque para funcionar necesita consumir menos recursos. Al tener menos atrofia cerebral debido a la «musculatura» conseguida con el ejercicio, rememorar se convierte en un automatismo tan inmediato que no consume apenas el oxígeno que precisa aquel no ejercitado. El cerebro con mayores reservas se activa más porque está entrenado para aprovechar redes alternativas cuando las habituales dejan de funcionar. La reserva cerebral no impide la aparición de la enfermedad, pero hace que el cerebro tenga recursos para aguantarla y que los síntomas se manifiesten más tarde. Suficiente ventaja para decidir la idoneidad de su ejercicio y para cultivarlo en igual o incluso en mayor medida que a nuestro disciplinado cuerpo seguidor de dietas y gimnasios. Nadie duda del efecto beneficioso de la lectura desde nuestra más tierna infancia. Tal vez, menos evidente para la gran mayoría, es la consideración de las bondades de la estimulación auditiva. Otro interesante aparato gimnástico neuronal es, pues, la música.
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