lunes, 30 de junio de 2014


RIZT: LA ORGÍA PERPETUA


Llegamos los tres. Dispuestos a aventurarnos. Sin imaginarnos lo que más adelante encontraríamos. Caminamos desde Plaza Bolognesi, dudamos en entrar al cine porno. Dimos una vuelta por los alrededores: avenida España y la avenida Paseo Colon. Veíamos entrar y salir personas, de aquel lugar. Todos eran hombres.

Acordamos que cada uno persiguiera a un sujeto que se retirara del cine: Aldo cuenta que siguió a un joven que tenía pinta de estudiante, con pantalón gris y camisa celeste. Se dirigió al metropolitano, a la estación España. Quizás tenga las mañas de ese tipo que fue denunciado por la actriz Magaly Solier, dedujo Aldo.
Por su parte, José Luis dijo haber seguido a dos individuos. Uno de ellos era homosexual. El otro un anciano. Ambos ingresaron a un hotel cercano. Más adelante “Pepe” referiría que el acompañante del viejo entró a la sala del cine nuevamente.

Juan siguió a un solo chico, que caminaba como un pingüino. Sus rasgos faciales eran afeminados. Se mezcló entre la muchedumbre que se dirigían hacia la av. Arica.

Ya adentro del cine, luego de pasar por boletería y recorrer los ambientes, designamos un lugar a cada uno. Pepe en la sala principal. Aldo en la segunda tribuna y Juan se haría cargo del inmundo baño. 


El cine Ritz está ubicado en la av. Alfonso Ugarte

 1431, en el Centro de Lima. Aumentó la cantidad tras
 las clausura de cines como “Tauro” “Colmena” y “Le Paris”.





Con la boca abierta  

Por: Luis Leiva


Un local maltrecho de dos plantas, iluminado apenas por luces públicas se levantaba entre la avenida España y Paseo Colón. Su triste fachada carece de nombre. Solo unos cuantos ingresan, con premura debido a las miradas que traviesan las lunas de los vehículos. Los que descansan en las gradas del umbral tienen la mirada clavada en el suelo  y una capucha que les llega hasta la nariz.

Al cabo de unos minutos, se internan nuevamente. Desde la avenida se escuchan los cuchicheos  y se observa, en un lugar de luces intermitentes, a 6 hombres parados  cual vampiros, listos para succionar.

Las carteleras del viejo cine Rizt ofrecen películas "hot"
A las 8 con 45 de la noche, dos portales me muestran parte del cine porno Ritz. Un par de metros adentro, un sujeto de cabello enmarañado y un polo amarillo que dice “sé feliz” me exige 8 soles para mi verdadera entrada al infierno ingreso. Por un momento me sentí como Dante descendiendo al inframundo. Entonces valoré cuán importante sería un Virgilio en ese momento.



La sala de película era un cuadrilátero que tenía tres entradas cubiertas con cortinas a modo de puerta. Un moreno descuidado con barba, un lánguido joven con terno y un anciano decrépito estaban junto a la primera entrada, la misma que tenía ante mis ojos. Las otras dos estaban en los laterales del recinto que daban justo a un pasillo silencioso de luces rojas.

Tras abrir la cortina, el olor repugnante me remeció al punto que retrocedí algunos pasos. Mi nariz percibía una mezcla de tabaco y fluidos sexuales. Un concentrado de años que capaz de noquear a un sumo.

En general, las butacas, divididas en tres bloques, estarían ocupadas por unas 80 personas. La proyección mostraba dos hombres y a una mujer “amándose” por todos los lados e insultándose para aumentar la emoción. Avancé con sigilo a fin de anular atención alguna, sin embargo como si fuesen francotiradores, dos sujetos me apuntaban con sus miradas. Cuando me volví desde mi butaca ya no estaban.


Los interiores del Rizt están bastante descuidados


Es inevitable mantener la calma en un lugar que parece estar infestado por cazadores. La tensión me entumecía, mis manos sudaban y el ambiente… el ambiente me provocaba arcadas. Estaba arrellanado en la sexta fila (de veinte), en una de las sillas rojas con manchas negras situada al extremo derecho del bloque del medio, el más ancho dado a que cuenta con 9 butacas a comparación de los otros dos bloques que solo dos asientos por fila.


La tenue luz que despedía la película clareaba las cabezas calvas, desgreñadas, hirsutas, canosas, todas de hombres. Segundos después, un sujeto rechoncho pasaba  por el pasillo que estaba a mi lado, parecía que buscaba algo o a alguien, pues con ayuda de su celular iluminaba el suelo y los rostros de los espectadores.


Casi antes de que volteara hacía la izquierda, un movimiento me llamó la atención. Justo antes de que se extinguiera la luz de su móvil vi arrodillado a un individuo de baja estura y con mochila quizás verde, ante un tipo que tenía la cabeza dirigida hacia arriba, como si disfrutara de algo.


La verdadera acción está en  las butacas, no en la pantalla


Agudicé la mirada, pero fue en vano. La cantidad de sujetos que caminaban por entre los bloques de asientos los confundían. ¡Qué diantre hacen!. Acto seguido, reconocí al anciano de la entrada. Caminaba como espectro en la oscuridad, al tiempo que me lanzaba una mirada morbosa.

Me levanté de golpe y empecé a deambular como ellos. Esta vez las miradas llegaron desde todas partes, los silbidos eran agudos, como quien quiere llamar la atención. Los asientos empezaron a agitarse. Por la izquierda, de abajo hacia arriba, se escuchaba como si fuesen ¿Aplausos? Tras, dos minutos ubiqué al viejo y luego de observar lo que hizo, distinguí claramente lo que sucedía.

El hombre de aproximadamente 70 años se había acercado a paso cansino a uno de los asientos de la primera fila del bloque izquierdo. Tras una breve conversación, el sujeto de bigote se dejaba tocar las piernas por el longevo. La mano acariciaba cual lámpara mágica su miembro, al tiempo que los labios de ambos intercambiaban fluidos. El deseo creció por los gemidos de la película. Después de unos segundos,  el frágil anciano descendía y subía la cabeza a la altura de la cremallera del pantalón del hombre con terno.

De un momento a otro, solo quedaron dos fantasmas por los pasadizos, pues el resto estaba chupando o escupiendo. Al dirigirme a la parte posterior de la sala para obtener un mayor panorama encontré a un joven alto y de lentes que me esbozó una sonrisa de oreja a oreja y una mirada comprometedora.

Dentro de la sala de cine se ejerce la prostitución homosexual


“Los chupadores o los busca huevo –como los llama Daniel–” te la maman si te ven lindo. Nos acercamos, hacemos unos gestitos y abrimos la boca. Todo es gratis, lo hacemos porque nos gusta, además no hay roche porque todos aquí pateamos con los dos pies”. 

Sin embargo, este cariño es a veces rechazado. Basta con colocar la mano o escupir en el asiento para indicar un rotundo no.


Daniel, quien es oficial de la policía, es bisexual desde los 24 años. “Me acuerdo que fue en una fiesta. Estaba bien borracho. Cuando terminó la juerga, le dije a mi amigo que me quedaría para ayudarlo, ¡Ja! Pero el pendejo me agarró por la espalda. Me dijo que sería suyo. Al principio lo mandé a la mierda pero de ahí... que rico besaba. Tuvimos una relación de 8 meses”.

Suena un celular. “Shhhhhhh, mi chica”, se alarma el capitán. Acto seguido se dirige hacia la salida que da a uno de los pasajes. Y luego de un par de minutos regresa y me dice: “ya pues, uno rapidito, no más”

Tras decirle diversos argumentos, perdí su compañía. Para aquel momento el ambiente se había cargado aún más de tabaco. En cada asiento un ligero fulgor alumbraba parte de los rostros.

Parroquianos de toda índole son los frecuentes "cinéfilos"


Las rondas continuaron, así como los “aplausos”. Volví al asiento original, dispuesto a “relajarme” un momento, sin embargo, una voz un tanto coqueta irrumpió mi reposo con un “hola”.

Fernando o “Fer” es estudiante de ingeniería de sistemas de la UTP. Aunque afirma que es la primera vez que viene, me cuenta como conociese el lugar como la palma de su mano.

“Aquí hay de todo. Médicos, abogados, arquitectos, ancianos, casados y divorciados, da igual. Todos quieren un polvo aparte. Los más enfermos son los viejos que siempre quieren tenerte abajo. Son un asco, yo prefiero a los jóvenes que caminen derecho… Oye, ¿has ido al segundo piso?”… 






Infierno en las alturas

Por: Aldo Mendoza Gala


En el segundo piso
los placeres sexuales se liberan sin mayor pudor.
Dentro de la caseta de boletería estaban dos jóvenes, de veintitantos años, jugueteando a tocarse el uno al otro. Interrumpí su divertido pasatiempo. No crucé ninguna palabra con ellos, le tendí un billete de diez soles para comprar la entrada. Acerqué el papel moneda a la caja y levantado el dedo índice les hice entender que quería solo un pase (recibí dos monedas de un sol como vuelto y un ticket amarillo).

Una intermitente luz vinotinta señalaba la tétrica entrada. Cinco escalones separaban la plataforma baja de la alta. Antes de pasar a las dos únicas salas de cines que estaban operativas, un muchacho estira la mano para verificar la vigencia del boleto recién adquirido. No pronunció palabra alguna, pareciera como si su monótono trabajo habría atrofiado sus cuerdas vocales.

No hay mayor control. En ninguno de los niveles. Me dirijo hacia la segunda tribuna.  En una esquina, al pie de una de las dos escaleras curvadas, un grupo de hombres es atraído por una pantalla encendida, cual polillas alrededor de una bombilla. Están viendo uno de los repetitivos partidos de fútbol del mundial Brasil 2014. El reloj marcaba las veintiún horas. Los asistentes deambulaban, como si estuviesen buscando quién sabe qué.

Antes de entrar una mano deslizó con sutileza la gran cortina. Unos ojos que desde adentro miraban, como si reconociesen la irrupción de un anticuerpo en su mundo. Frené por un breve momento la marcha.

¿Estaría acaso preparado para cruzar esa delgada línea? Era como si detrás de aquel “telón” se vería la vieja obra teatral que muestra con desgarro la realidad “desnuda” de la gran tragedia humana.

Entré. Una gran pantalla con un enorme trasero proyectado daba la bienvenida. La oscuridad de aquel ambiente brindaba cierta
garantía de anonimato. Después de hacer un casting de por lo menos veinte asientos, decido sentarme en una de las últimas butacas. Petrificado como una estatua de sal mantuve la mirada fija en la pantalla gigante.

El Rizt proyecta solo dos películas desde las 3 hasta la medianoche


En la parte superior, al lado de la entrada principal del salón de cine, hay varios hombres muy cerca de mí, están de pie, apoyados en la pared con los brazos cruzados. Esa posición fija la han mantenido desde que ingresé a la sala. Las luces tiritantes de los cigarrillos comenzaban a formar parte del ornato lúgubre. Los papeles en el piso y las botellas de plástico debajo de los asientos, delataban el descuido del aseo de ese lugar. Las viejas butacas algunas cansadas ya de soportar el peso de la humanidad de los asistentes, extendían sus brazos como invitando a sentarse en ellos.

El infierno estaba, en este caso, en las alturas. Demonios caídos daban riendas sueltas a sus bajos instintos en una decadente imitación de las dionisíacas fiestas griegas. Hombres montando a otros, con la mayor naturalidad del mundo. Afeminados sujetos buscando a sus próximos compañeros sexuales. Detallar aquellas escenas es contribuir y caer en la degradación del ser humano como especie.


En el lugar había cortinas azules que fungían de puertas. El oscuro de sus telas trataban, en vano, de ocultar, la suciedad que se había acumulado por el pasar de los años. Salían y entraban a la misma sala por una y otra “puerta”, como gusanos ante una apetecible carne en plena descomposición. Aún conservaba en la mano parte del papel amarillo que me dieron en la caseta de boletería. Lo guardé dentro de uno de los bolsillos del pantalón.


La pesada atmósfera se iba diluyendo en el espacio, cada vez que un transeúnte irrumpía cortando aquella nicótica cortina de humo. El olor denunciaba una mezcla extraña entre lujuria y compasión. Era tal vez el sitio de los marginados.

El temor se fue extinguiendo de a poco como el humo de cigarrillo que se diluye en el aire. Paneo muy rápido en lugar, intentando reconocer aquel pedacito de infierno. Todos eran varones, algunos con más testosterona que otros. La presencia de mujeres era nula, no eran toleradas, puesto que era una zona exclusiva reinada por sodomitas.


En el segundo nivel la fiesta muestra un espectáculo
bastante deprimente. Literalmente una orgía.


Alrededor 90 a 100 asistentes se congregaron religiosamente en aquel deplorable templo. Era miércoles, el acto litúrgico ya había empezado. La curiosidad incentivó a explorar el lugar, el miedo pasó a un segundo plano. Al fin y al cabo no dejan de ser ellos, al igual que yo, simples individuos. Reunidos para dar inició ceremonial en honor a los dioses del placer, en una perpetua y eterna noche que se renueva los 365 días del año. Excepto cuando irrumpe la inesperada visita de algún inspector de la Municipalidad de Lima. Entonces se ven forzados a cerrar el local. No obstante, vuelve a funcionar pasado los dos o tres meses.

Era el cine Rizt ubicado en la avenida Alfonso Ugarte 1431, al costado de una sede cristiana. Esta extraña simbiosis por demás paradójica, formaban tal vez esa dicotomía de lo bueno y lo malo como parte de una unidad insalvable. Aquel cine abrió sus puertas por primera vez a finales de 1930. Famoso por proyectar, en el pasado, películas francesas y frecuentado por sofisticados y cosmopolitas personajes. Ahora sus carteleras exponen películas “hot”, del decadente mundo hollywodense.


La llegada del cine porno a Lima (género llamado hardcore) se dio alrededor del año 1982. Y las funciones empezaban en las primeras horas del día. El horario se llamaba “trasnoche”. Casi todos los cines capitalinos trasmitían películas en este novedoso horario. Los ocasionales demandantes eran parejas heterosexuales, que veían en las pantallas cátedras de poses y trucos para renovar y ampliar sus experiencias dentro del ring de las cuatro perillas.


Ahora, de los tiempos gloriosos de los años sesenta, solo quedan pocos recuerdos como algunas lámparas que a duras penas se cuelgan del techo. La precariedad de su infraestructura no desmerece lo que fue su grandeza. El filme seguía su curso, eran seis motociclistas compartiendo una misma cópula con una sola mujer. Sin embargo, la verdadera acción estaba en los taburetes.



Dentro de la sala, cientos de cazadores de placer están
en búsqueda de sus próximos acompañantes sexuales


Caminaba, ya, dentro de la sala. Escogí sentarme en primera fila para hacer unas cuantas tomas con la cámara del móvil. Al poco rato escuché: “¿Para qué las fotos, eh?” Era un hombre gordo y de tez morena, dos asientos vacíos nos separaban. La respuesta más inmediata que se presentó a la mente fue que eran como un recuerdo ya que dentro de pocos días partiría rumbo a Amazonas. ¡Eres del norte!, sonrió. Yo también lo soy, vengo de Trujillo.


El tono de su voz se suavizó. Su nariz enorme y ovalada, la cara redonda y quemada, su baja estatura y la enorme panza que se proyectaba desafiando la resistencia de los botones de su camisa delataban la desordenada vida que llevaba.


“Soy Abogado de profesión, me llamo Washington”. Se encontraba en Lima por unos asuntos judiciales. Mientras seguía parloteando sin cesar yo solo asentía como respuesta involuntaria. Se notaba de unos 55 años. Supongo que le generé confianza. Tenía una esposa y una hija que lo esperaban en la Ciudad de la Eterna Primavera. Esta última información perturbó en demasía mi precaria serenidad. Me levanté, hice la venia correspondiente y avancé. No quise saber más.

Caminando observé a hombres de todas las edades, algunos con saco y corbata, otros eran estudiantes sus mochilas y sus rostros imberbes lo manifestaban, también parroquianos de a pie, entre otros. Unos cuantos estaban autogenerándose placer con las manos, otros se besaban sin pudor. Los pasos se iban acelerando, las personas estaban ensimismadas en sus micromundos. Antes de salir, pese a la poca iluminación del ambiente cinéfilo, pude observar como una cabeza calva y brillante subía y bajaba a ritmo pausado a la altura de la ingle de su acompañante, ambos estaban sentados.

El valor de la entrada para conocer el tétrico  "paraíso"es de 8 soles


La mayoría de trabajadores sexuales son de provincias, sus edades varían desde los 17 hasta los 53 años. Michell (24) es natural de Ica, él estudia enfermería en uno de los tantos institutos limeños. Aseguró que se ve obligado a trabajar de esta manera para poder solventar todos sus gastos. Sus familiares piensan que labora como “jalador” en el emporio comercial de Gamarra. Mientras dice: “es mejor que crean eso” agacha la cabeza y enmudece alejándose muy despacio hasta perderse en la oscuridad de uno de los pasillos.

La mayoría de jóvenes que se prostituyen son de provincia 


Salí de aquella libidinosa sala. Una vez afuera enrumbé en dirección al baño. Allí yacía una fila de lascivos espectros con ceñidas ropas  que afilaban la mirada y las manos, para ofrecer sus servicios sexuales, los mismos que se concretizan en los nauseabundos inodoros testigos de la fiesta orgiástica. El tacho de basura estaba repleto de papeles higiénicos de colores que se entremezclaban con varios preservativos usados. En el lavadero un delicado joven se enjuaga la boca y luego escupe con fiereza profesional. Este acto fue repetido varias veces. Saca un pequeño espejo, se arregla la cabellera y luego se dirige nuevamente a la sala del cine. Demasiadas emociones juntas... Me marché.






Servicios Higiénicos: Servicios Sexuales

Por: Juan Gómez

Ya adentro ves de todo. Se te cruzan personas en pleno pasadizo. Hay cuatro entradas, que también sirven de salidas. Por la izquierda veo dos cortinas rojas, pero por la oscuridad parecen guindas, que conducen hacia un pasillo frío de luces rojizas, paredes pintadas de naranja y piso verdoso. Hay una soledad, un silencio y un vacío “aterrador”.

Las dos que están en la lateral derecha te llevan, directamente, al baño. El diseño es casi el mismo del otro lado. Sin embargo, en este lugar la mitad está, exclusivamente, ocupada por los baños. Solo existe, en el cine, baño para hombre, al menos abierto para el público, porque el de mujeres está cerrado. Solo pueden hacer uso  los trabajadores: el dueño, el administrador, los encargados de limpieza, el boletero y, además, el controlador de las películas porno.


Los baños son testigos mudos de la fiesta orgiástica 


El baño para varones es más inmundo que el cine mismo. Es como si de competencia se tratase. Seis urinarios que no lo usan, necesariamente, para evacuar sino para concluir (eyaculación) lo que iniciaron dentro la sala (masturbación).

Observar aquello es inevitable. Sin embargo, es imposible ver los rostros de aquellos hombres que acaban su faena. Sus miradas perdidas, desorbitadas, dirigidas al techo. Ojos blancos. Denotan, sus rostros. Siento asco. Y lo que capta la atención, para los ingenuos y nuevos en estos lares, es la poca higiene. Aunque, en sí cada momento y con constancia se hace limpieza al lugar. Los concurrentes se suben la bragueta, y sin lavarse las manos, ingresan nuevamente la faena.

¿Es todo lo que se puede apreciar en los servicios higiénicos? ¡No!. ¿Existe más anécdotas dentro de aquel misterioso sitio? Sí, y más tenebrosas e inimaginables aún. Seis retretes con su respectiva puerta. Puertas manchadas, despintadas y escritas con solicitudes y favores muy sugerentes: en algunos casos encuentras hasta el lugar indicado donde debes sentarte en la sala del cine para que puedan cumplirse las fantasías de los visitantes.

A las afueras del baño encuentras homosexuales y travestis. Quienes, en primer lugar, puedes pensar qué van a hacer al ingresar al baño. Sin embargo, al estar uno dentro, concluye para qué esperan afuera. Tres puertas están ocupadas, de las cuales se oyen gemidos, groserías y golpes.

Cuando quieres entrar a uno de los tres restantes, inmediatamente, se te acercan y te ofrecen sus servicios: tener sexo. Algunos te piden cinco soles “por el favor”, pero según consejos y comentarios que escuchas, dicen “no pagues más de diez” “arriba te lo hacen gratis” “por eso solo pago tres soles, no más”. El jolgorio y las risas se hacen presentes.


Las miradas afiladas suelen perseguir a los nuevos visitantes


El miedo se apodera de mí. El tartamudeo también quiere formar parte de la conversación, pero me recompongo y vuelvo a mostrar solidez y seriedad. Miro al travesti que se me acercó y le dije: te doy diez soles, pero quiero que me acompañes al pasillo para conversar, nada más. ¿Te parece? –pregunto.

Aceptó. Nos dirigimos al pasaje izquierdo, abandonado. Su nombre, o como se hace llamar en el cine, es Jessica. En su rostro se aprecia y se deduce que, aparte de los arreglos en el cuerpo, también el bisturí se hizo presente ahí. Aproximadamente de 30 años. Me cuenta que lleva más de 10 años trabajando en el cine Ritz y que antes lo hacía en el cine Tauro, ubicado por el Jr. Quilca, ya cerrado hace un par de años por la Municipalidad Metropolitana de Lima por insalubridad.

“Antes de operarme todo el cuerpo, la prostitución ya era mi trabajo. Cuando estaba joven, más o menos a los 14 años, ingresé a este mundo, ya era homosexual y había menos oportunidades que las de esta época. Sin embargo, ya me acostumbre al ritmo de vida. Ya no me quejo, ni remordimientos tengo”, relata Jessica.

Además dijo que decidió asentarse en el “Ritz” porque, de todos los cines porno que hay en Lima, es el más limpio y más seguro. Para “ella” debe ser seguro ya que es como su segundo hogar. Sin embargo, la seguridad para todos los presentes es relativa. Cada quien baila con su propio pañuelo. Cada quien disfruta como mejor pueda.

Continúa narrando: “Por día vienen 80 a 90 personas al cine. Los viernes y sábados se llena. Trabajo desde las cuatro de la tarde y me retiro cuando llego a hacer 50 soles, hay veces que vienen viejitos y te llevan al hotel y te pagan bien. Una vez cumplo mi meta por día, me retiro. Como ves, muchos y muchas trabajan aquí. Me molesta que vengan jóvenes homosexuales y ofrezcan sexo gratis”


Por todos lados se contempla el triste espectáculo de la gran
tragedia humana
No puedes darte dos vuelta por los pasillos del cine, sin que al salir de la sala te siga algunos de esos personajes con cara de angustiados. Intentando, con la mirada, convencerte de hacer cosas muy poco deseables. Otros, afuera de la sala, en el pasillo general, se te acercan, “te pulsean”. Y si no te muestras serio, y si tu negación no es firme, puede ser riesgoso porque te notan de carácter débil y te convencen.

¿Por qué tantas interrogantes?, pregunta Jessica. Es que soy nuevo, nunca he venido a un cine porno. Me sorprende todo lo que puedes encontrar por acá. Es como un “submundo”, me llama la atención todo –le respondo y zanjó definitivamente la charla.

Le quisiera decir, además, que las películas que muestran son tan fuertes y denigrantes que en mí ya no producen deseo ni despierta imaginación. Por lo contrario, me ha producido dolor de cabeza, ganas de vomitar… Es difícil entender todo y a todos. Que no logro comprender -no por ser insensible ni susceptible- esta realidad.

Me alejo de todos. Hago un par de llamadas: una a mi familia y la otra a mis amigos que me acompañaron a esta travesía. Aldo se mandó sin temor y con mucha astucia a la segunda plataforma del cine. Mientras que Pepe se quedó en la sala principal, observando lo que allí acontece. Nos encontramos en la boletería, ya para irnos.

Fui quien salió detrás de ellos dos. Cuando del baño escuché a Jessica decir: “Eres estudiante ¿no? Con tal que no seas periodista”. Logro ver que se queda riendo, cuando. Pienso en contestarle la verdad: soy estudiante, sí. Estudiante de periodismo. Decido no hacerlo y me marcho con Aldo y Pepe.

La enorme puerta principal se estaba cerrando. Faltaban quince minutos para las veintitrés horas. Era tiempo de partir.


La gente ha aprendido a convivir con los cines porno



Una vez fuera, como para despedirnos, le dimos un último vistazo a la desgastada fachada del cine. Caminamos por las viejas veredas limeñas. Tres cuadras arriba se encuentra la sede principal de la DININCRI, muy cerca del la comisaría Alfonso Ugarte. Indiferentes a fuerza de costumbre conviven formando una extraña armonía con el tristemente celebre Rizt. En las calles todo sigue su trascurso normal. La gente viene y va.

Lo curioso es que el Rizt está ubicado muy cerca
a la cede  de la DININCRI y a la comisaría
Alfonso Ugarte.


En la actualidad hay, por lo menos, siete salas de cine que ofrecen al público películas para adultos. Entre ellos se encuentran: el cine Tauro, en el jirón Washington. Cine Colmena en el centro de Lima. Cine Central en el  jirón Ica, a pocas cuadras de la Municipalidad de Lima. Cine Onmia en la avenida Abancay a media cuadra del Parque Universitario. Cine Le Paris en la avenida Nicolás de Piérola a una cuadra de Plaza San Martin. Todas ellas comparten viejas glorias pasadas. Hoy todas están en decadencia. 


domingo, 29 de junio de 2014

Un mes a puro fútbol

El mundial es el evento que mayor atención capta en el mundo entero.

El mundial de Brasil 2014 reúne a las mejores selecciones del mundo, que participan en el más  grande evento deportivo sin precedente. Son 32 países que se reúnen cada 4 años para disputar el honor y la valentía en el juego con el balón y dar la más grande alegría a toda una nación al levantar la copa de mundo.

LOS MUNDIALES DE FÚTBOL

La historia de los mundiales comienza en el año de 1930, cuando la FIFA organizó un congreso donde decide realizar un torneo de fútbol profesional de nivel internacional. Varios países europeos presentaron su candidatura (Italia, Hungría, los Países Bajos, España y Suecia) junto a la de Uruguay para organizar dicho evento.

Jules Rimet presidente de la FIFA en esos años, estaba a favor de la realización en el país sudamericano, tanto por sus éxitos deportivos, y porque el país celebraría el centenario de la Jura de la Constitución. Luego por voto unánime salió electo Uruguay, pero no todos los países de Europa invitados al evento pudieron asistir (motivos de la crisis mundial, no tenían dinero para viajar), por tal motivo el primer mundial de futbol se jugó con 13 equipos y no con 16 como se tenía previsto.

En ese primer mundial la selección anfitriona tuvo el privilegio de ganar el título mundial, al derrotar en el estadio centenario de Montevideo a la selección de Argentina por 4 – 2 ante 93.000 espectadores. Perú juego este mundial pero perdió en el debut con Rumania por 3-1, teniendo la anécdota de ser el partido con menos público.

Italia realizo el segundo campeonato mundial en 1934, en el cual también el anfitrión logro salir campeón al vencer en la final a Checoslovaquia. En 1938 se jugó en Francia, teniendo como campeón de nuevo a Italia, de ahí en adelante tuvo un receso por la segunda guerra mundial, retomando la competición en 1950 en Brasil.

El mundial de ese año tuvo una peculiaridad, porque pasaría uno de los hechos más recordados en la historia de los mundiales, el “Maracanaso”,  protagonizado por Uruguay cuando en la final le gano al favorito Brasil en su propio país.

Los mundiales continuaron en los años siguientes, teniendo la época dorada de Brasil en la era Pele, ganando 3 mundiales en 1958, 62 y 70. Recordamos también que la selección peruana ha asistido a cuatro copas del mundo, ocupando el séptimo lugar de 16 equipos en México 70. El último mundial en el que participo Perú fue en España 82, de ahí en adelante siempre lo hemos tenido que ver por televisión.


BRASIL 2014

Estamos viviendo el mes más futbolero en el mundo, 12 de junio se inició el mundial y no para hasta el 13 de julio. Los países clasificados a esta cita y los no clasificados viven una fiesta por tal evento.

La realización del mundial en Brasil, fue una alegría inmensa para todo el país de la samba. Habían encontrado la oportunidad de campeonar jugando de local luego de la final fallida ante Uruguay en el recordado maracanazo de 1950.

Pero todo se complico, en el año 2013 en la Copa Confederaciones realizada en Brasil, que es la antesala al verdadero mundial, el pueblo brasileño mostro su disconformidad con la realización del evento deportivo, por el uso excesivo de dinero

¿Qué está pasando en Brasil?

El pueblo brasileño salio a las calles a protestar, por los diversos casos de dinero mal usado por el gobierno brasileño.

Más de la mitad de los brasileños (55%) ya no quieren saber nada más del mundial porque creen que causará más perjuicios que beneficios al país. Así lo aseguraba una encuesta en el diario Folha de Sao Paulo a cargo de la firma Datafolha.

Los protestantes y vendedores cerca de los estadios que no tenían permiso por la organización del evento, eran reprimidos por la policía brasileña, les impedía ejercer su profesión en ese espacio. “La razón es que una de las peticiones de la FIFA para celebrar el torneo es tener la exclusividad de toda la publicidad y ventas que se ubiquen en un radio de 2 kilómetros en torno al estadio”, explica Jorge Medrano especialistas en organización de eventos internacionales.

“Controlando ese gigantesco espacio de publicidad en cada estadio, la FIFA consigue recaudar 3,000 millones de dólares en concepto de auspiciadores, marketing y derechos de televisión durante el Mundial”, añade el especialista. Por culpa de este aspecto, el Gobierno brasileño también expropió parte de propiedades cercanas a las principales vías de transporte que generó otro gran grupo de personas  descontentas con el Mundial.

Para Percy Rivera economista, países emergentes como Brasil y Sudáfrica deberían destinar los recursos gastados en el Mundial a mejores inversiones, como brindar más educación, salud y seguridad a sus países y no entretenimiento. “La fórmula en una Copa del Mundo consiste en transformar el gasto en inversión y que finalmente las ganancias del mundial se vuelquen a futuro en generar más riqueza para volcarla en beneficios económicos para los países, esto requiere planes de desarrollo sustentables”, menciona.

El mundial más caro

“Existe mucha demanda, pero la oferta no es adecuada. Es el mundial con los precios a nivel internacional más caros de la historia, especialmente en lo que se refiere a hospedaje. En ese rubro es de lejos la Copa del Mundo más cara de todos los tiempos”, indica Percy Rivera, quien cree que a pesar de todo acudirán más de 900 mil turistas extranjeros y más de 3 millones de visitantes internos que se moverán por las 12 sedes.

En el 2007, Brasil presentó un informe a la FIFA en el que calculó en US$ 1.100 millones la inversión total para construir y rehabilitar 12 estadios de fútbol. Simplemente en lo que se refiere a estas obras, el costo subió de US$ 1.100 millones a US$ 3.700 millones.

Los datos aportados recientemente por el ministro de Deportes de Brasil, Aldo Rebelo, señalan que la inversión máxima actualizada para la organización del Mundial de Fútbol es de US$ 13 mil 750 millones, o sea casi US$ 46 mil millones más a lo planificado.

Los patrocinadores del Mundial son variados e incluyen marcas de ropa deportiva, gaseosas, alimentos, autos, bancos, líneas aéreas y hasta un curso de inglés.

Pero aquí surge otro problema, puesto que Brasil no solo está gastando, sino también está dejando de ganar, pues el país dejará de percibir unos US$ 200 millones, según las estimaciones más conservadoras, debido a las exoneraciones fiscales que la FIFA ha conseguido para las empresas patrocinadoras del Mundial.

Nueva tecnología en el mundial

La evolución de la tecnología no le ha sido esquivo al mundial, con el pasar de los años los implementos deportivos, las trasmisiones del mundial han ido evolucionando, y Brasil 2014 promete ser  el mejor de toda la historia.

Las trasmisiones

En los años de 1930 a 1938 el mundial se trasmitió solo por radio y solo llegaba a las personas de más dinero, en 1954 apareció la televisión los partidos lo pasaban en diferido, 1958 la trasmisión es en vivo y surge el control remoto, en el año de 1966 la final del mundial de Inglaterra fue a color, y para el siguiente todo los partidos son a color.

El gran avance se dio en el año de 1978, la trasmisión del mundial se hace vía satélite para todo el planeta, con el pasar de los años se dio el incremento de los televisores en los hogares hasta que en el año 2006 se comienzan a ver los partidos por internet.

En el 2010 llegan los partidos en HD, alta definición y para este mundial se trasmitirá en la señal 3D, y también se podrá ver en las tables y Smartphone los 32 partidos en vivo.

Las camisetas

En los primeros mundiales los uniformes deportivos eran pesados, de material sintético y con cuello de camisa, luego pasaron a ser fabricados con fibras naturales y eran más livianas, para el mundial de Mexico 70, las camisetas comenzaron a tener diseños y empezaron a tener auspiciadores, en el 2002 eran las más livianas y estaban más apegadas al cuerpo, en la actualidad son creadas con material reciclado y son muy ligeras.

Y la mayor novedad en este mundial será el ojo de halcón, será para evitar los goles fantasmas de otros mundiales, su función será con cámaras instaladas cerca de los arcos que verificaran si la pelota ingreso o no, este mensaje le llegara al reloj del árbitro quien convalidara el gol de así serlo.

Esperemos que con toda esta tecnología el mundial termine por ser el mejor de los tiempos, y que el gobierno brasileño solucione las protestas por el bien de todos, ya el 13 de julio nos dirá si este evento deportivo fue el mejor de toda la historia o si tuvo sus defectos.

Un tour por las Bellas Artes

La primera frase que llega a la mente al ver por dentro la Escuela de Bellas Artes es “en casa de herrero, cuchillo de palo”. Lo menciono porque veo a Laocoonte sin brazo luchando contra una serpiente y a uno de sus hijos que ya perdió la cabeza y el dedo índice de la mano derecha. Es así como el tour ha iniciado.
La escuela de Bellas Artes alberga alrededor de 450 alumnos que estudian las especialidades de pintura, escultura, grabado, restauración y conservación y docencia artística.

Cuidados intensivos

La primera parada de este recorrido es Restauración y conservación. La profesora Lorena Olazaba está con tres alumnos que parecen forenses por las batas que usan y algunos cuerpos tiesos sobre mesas. Pero es así como un restaurador luce al trabajar con piezas que requieren de cuidados intensivos. La duda es si seguir la comparación de alumno forense o alumno doctor.
Por el momento tienes seis piezas en el laboratorio. Una de las más desahuseadas es la virgen Santa Teresa del siglo XVII que pertenecer a la Orden Mercedaria, le falta un brazo y mucho color. Lorena me comenta que a veces llegan esculturas con tantas intervenciones que en el camino han perdido contexto y solo con estudios se puede llegar a determinar a dónde pertenecen.



Dos pasos a su costado está otra virgen, ella si es una NN (sin nombre). La pobre está rodeada de tela espuma y cubierta con plástico de burbujas. Descubrimos una parte, y vemos una especie de faldón desteñido y sin esperanzas de restauración, pero la profesora le tiene fe al trabajo de sus alumnos. Coincidimos es que será un arduo, arduo trabajo. 




Los doctores-forenses-alumnos se quedan en el laboratorio-aula. Lorena me dice que al final del curso ellos aplicarán sus conocimientos a alguna pieza de la universidad. Espero que Lacoonte recupere su brazo y otras partes de los cuerpos de sus hijos.

Las aulas de los profesores

Segunda parada: Educación Artística. Están preparando un bodegón con un libro, un cráneo, una vela en un envase de vidrio y flores amarillas. Los alumnos que dentro de poco serán profesores estudian el color, la figura, el fondo y el volumen en sus talleres de pintura. Converso con Sandra que pertenece a esta carrera y me comenta que es el tercer semestre que está estudiando docencia. Ella estudiaba ciencias de la comunicación y trabajaba de asistente de un profesor en de pintura en el Museo de Artes de Lima. Fue el profesor que la animó a estudiar en Bellas Artes, pero dentro de unos meses se cambiará a artes plásticas. “Te ganan las ganas de crear” asegura. Los dejo mientras terminan el bodegón que evoca a Hamlet.

Modelaje

A punto de entrar a la clase de escultura me advierten que los jóvenes están trabajando con modelos, asomo la cabeza y veo un torso desnudo. A algunos modelos les incomoda que les tomen fotos. Respetamos su decisión y le pongo la tapa al lente de la cámara. Solo hay dos personas haciendo modelado de figura humana. El profesor Juan José Paredes , quien lleva este curso, me explica que el trabajo que realizan los jóvenes se basa en la dirección de la luz sobre el cuerpo y los ángulos de visión. Lo que me llama más la atención es un modelo con el brazo detrás de la nuca, sosteniéndose con dificultad. Un modelo permanece en una pose por lo menos cuarenta minutos, luego le dan diez de descanso y así hasta que la clase acabe.

El descanso

En la puerta del comedor hay una señora que saluda a todos los comensales que firman su cuaderno. El almuerzo en la escuela es gratis, pero debes tener cierto promedio y pasar por un tipo de entrevista para poder ganártelo. Hay mucha gente. Una alumna me comenta que ha llegado para la carroña (el almuerzo que queda después de la 1:00 pm).



El profesor que me acompaña me presenta a una modelo que también almuerza en el comedor. Ella se llama Silvia y no podría compararse jamás a Gisele Bündchen, la modelo mejor pagada del mundo. Silvia aparenta de unos cuarenta años. Es enfermera geriátrica. Habla con mucha delicadeza de lo que significa ser modelo. Dice que muchos malinterpretan su trabajo, creen que es inmoral posar desnuda para alguien. Los alumnos de los últimos ciclos hacen esculturas o dibujos de desnudos completos porque han comenzado con pequeñas partes (como rostro y busto) a grandes aspectos del cuerpo (torso, medio cuerpo o cuerpo completo).

La despedida

He saltado de aula en aula entrevistando a los jóvenes artistas. Por último llegué a la clase de Nicole Cuglievan, profesora del Taller de Artes Integradas. El taller se ha puesto en marcha desde este año y busca que los alumnos puedan resaltar como investigadores. Uno de los fines es que La Escuela de Bellas Artes también se pueda sumar a los cambio que se están dando en la educación de nuestro país. Pensar ya no en el alumno como un artista, si no como un investigador que busca relacionar el arte con la comunidad.

Es así como la última impresión que me llevo de esta escuela es que efectivamente hay herreros dentro, pero no con cuchillos de palo, sino con una herramientas más fuertes: la libertad y la creatividad.