domingo, 6 de julio de 2014

Invierno en su Corazón

“Invierno en su Corazón”

“¡Qué noche más fría tuve el sábado!”, contaba Anita Paredes, mientras regalaba un suspiro. Cómo si el frío hubiera paralizado tanto sus huesos que le causaba dolor recordarlo. Caían lágrimas por sus mejillas al decirme que su corazón sufre por aquel día. ¿Tan difícil puede ser el frío en algunas personas? Me pregunte. Ella cuenta que su sueño fue interrumpido por el clamor y el llanto de Susana, su hermana menor. Pensó que algo sucedió con su sobrino. Al salir de la habitación ve a Susana esperándola en la puerta, con el rostro asustado y la mano izquierda mordida. A sus 26 años, Ana no entiende por qué pasa por esto.
Sus padres se separaron cuando ella tenía ocho años y su hermana mayor once. “Yo creo que hubiera sido menos doloroso de enfrentar, si mi madre no hubiera estado embarazada cuando se divorció… ver crecer a mi hermanita sin amor, en medio del rechazo, la amargura fue desgarrador. Sin padre para defenderla, sin el cariño y los brazos de una madre, ella la empujaba cada vez que Sú, la besaba o abrazaba”.

Cada etapa en la vida de su madre estaba marcada. En la niñez y adolescencia también  fue rechazada. Cuando era joven su padre murió, quizá era único que la amaba y comprendía. Y siendo adulta enfrentar la separación debió ser muy difícil. Con el paso del tiempo su madre vivía triste y callada a causa de la depresión. Se quedo estancada en esa etapa del dolor, no lo expulso a tiempo y se convirtió en enojo, ira. Poco a poco fue contaminando a sus tres hijas con esta amargura.

Pero la mayor salió de casa a penas terminó la universidad, es egresada de la facultad de Ingeniería Industrial de la UNMSM, ya se casó y junto a su esposo de la misma universidad  terminaron sus maestrías en el CENTRUM – PUCP, es el orgullo de sus padres. “Cuando se fue de la casa, pensé que era egoísta y cobarde al irse. Luego, yo le decía a mi madre que quería irme también porque no la soportaba. Ahora me doy cuenta que pensaba en su futuro”.

Ana se dejo llevar por la corriente, por la marea, por el vaivén  de las olas. Lloraba la ausencia de su padre, lo visitaba a su casa, esto irritaba a su madre. Se enamoró y de desilusionó.

La menor nunca tuvo a su padre y a los quince años quedo embarazada. “Antes lloraba más seguido, ahora ha menguado” recuerda Ana. Es la más afectada pero es fuerte. Es increíble ver cómo a pesar de todo, está de pie. Las discusiones con su mamá suceden a diario, cada hora si estuvieran juntas todo el día. Ya llegaron a levantarse la mano, se han lastimado mucho. Los motivos sobran para ellas. Susana es malcriada e irrespetuosa.

Juan Quiroga, psicólogo de la red Essalud, atiende a diario muchos casos similares de depresión. Cuenta que la mayoría de sus pacientes son jovencitas. “Muchas de ellas deberían estar soltando las muñecas para practicar algún deporte, otras pensando que carrera estudiar. Sin embargo no lo  hacen. Ahora saltan etapas”. Agrega que son pocas las mujeres que resisten tanto, muchas recurren al suicidio. Piensan que el dolor terminara al poner punto final a sus vidas. El doctor asegura que si hay tratamientos, pero el problema está en la inconstancia del paciente.

Según la Organización Mundial de la Salud, alrededor de 800 personas se suicidan diariamente a causa de la depresión. “Los pensamientos suicidas son resultado del pensamiento distorsionado y pesimista, al igual que del desinterés por la vida causado por la depresión. Ante los pensamientos suicidas lo mejor es llamar inmediatamente a un profesional calificado. También es importante identificar familiares o amistades cercanas a las que se pueda recurrir en cualquier momento y servir de apoyo”.


Hay pacientes que sufren de infartos y apoplejías (derrames cerebrales) como consecuencia de la secreción de sustancias que ayudan a la formación de coágulos arteriales, impidiendo el flujo sanguíneo al corazón y al cerebro respectivamente.

Juan menciona el libro “The Healthy Mind, Healthy Body Handbook” (La Mente Sana, Manual del Cuerpo Sano), escrito por David Sobel y Robert E., del cual corrobora que los derrames cerebrales se duplican por causa de la depresión, y si un paciente depresivo ha sufrido infarto antes, ahora es tres veces más vulnerable a estas complicaciones. También señala algunos efectos de la depresión en la salud como el mayor riesgo de osteoporosis.

Pero que hay más allá en la depresión, fuera del suicidio. Que sucede con las personas que no mueren. Como la madre de Ana, ella es una sobreviviente de esta enfermedad. Pero que madre es inmune al llanto de auxilio o a la caricia de un hijo.

He visto madres que son capaces de dar la vida por sus hijos. Que se esfuerzan y hasta se impacientan por querer ser más que madres y volverse sus amigas. Madres que lloran al verlos lejos o sufriendo.  Madres que dan todo sin esperar algo a cambio. Que prefirieron ser madres y dejar a un lado el rol de mujer.

ANESTESIA

Antes de conocer a la madre de Ana, la imaginaba como una loca de la calle, que levantaría la escoba para perseguirme, apenas me viera. Pero eso fue una hipérbole.

Cuando la vi, era una mujer que mostraba su mejor sonrisa. No se notaba que habían pasado por 56 abriles. Hablaba normal de la vida cotidiana. No imaginabas que había pasado por tanto dolor. Tampoco notabas que hubiera discutido con su hija, horas, días, semanas antes.

Señaló que en una sociedad machista como la nuestra es necesario sacar fuerzas y seguir adelante. Trabajar y mantener la casa para demostrar al varón que sola también puedes. “Yo he trabajado, he cocinado, he pagado cuentas sola. He sacado adelante a mis hijas y sola”, relata orgullosa, mientras Anita comienza a llorar. Que su hija menor haya salido embarazada a corta edad es una herida más, que aún no cierra. Su dolor tapa sus ojos y congela su corazón. Ella no se da cuenta del llanto de su hija. Sigue hablando. Mientras Ana y Sú, anhelan un minuto de su tiempo y su comprensión.

¿Qué sucede en ella? ¿Qué le hace estar tan lejos de su realidad? Ha vivido renegando, queriendo olvidar, culpando a sus hijas del abandono. Todos son culpables menos ella.


LA INFLUENCIA EN EL CEREBRO

Pero ¿Qué cambia su estado emocional?

Si sabemos que la mente no existe sin el cerebro, se comprende que cualquier daño en la composición del cerebro se refleja en nuestras emociones, pensamientos y conducta.

Los estudios revelan que la depresión, causa daños en la capacidad cognitiva y en la memoria. Puede producir Alzheimer. También logra que el hipocampo se reduzca. La córtex prefrontal sufre perdida de células y dendritas o conexiones afectando el momento de tomar decisiones y el pensamiento abstracto.

MARCADAS

La triste historia de siempre. La abuela abandonada, madre abandonada, hija abandonada.
La abuela deprimida, madre deprimida, hija deprimida.
¿Será siempre así? Claro que No!

Ana y su hermana están a tiempo de cortar ese cordón umbilical. También lo están para vencer y salir de la depresión. Aprender de los errores de otros es bueno. Pero para no cometerlos.

Oigo que dicen: “De toda circunstancia toma lo bueno, desecha lo malo”. Pero como sabe una persona deprimida que es bueno y que es malo.

Leyendo, compartiendo con otras personas. “Hay que salir de la oscuridad, buscar la luz”, aconseja el Dr. Quiroga.

Es cierto que la emoción de la madre de Ana por salir adelante parece positiva. Pero no ayuda a sus hijas. Ella no comparte su sueño. Eso requiere más que imitaciones, requiere de comunicación, de amor para llegar a la comprensión.

Pero antes, hay que romper ese hielo que las separa y congela a la vez. Es necesario aprender a pedir ¡PERDÓN!


Por: Sara Isabel Arista Adarmes

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