"Mi mundo de caballos, mí
paso a paso al ocio"
Quién diría que una salida con la familia al hipódromo
sea un lazo para
un adolescente y luego
sea embelesado por los corceles de colores. Y que años más tarde, esté a disposición del gran estadio a fin de
cuidarlos y gozar momentos inolvidables. La vida junto con los caballos es
emocionante. Aunque deba desempeñarse en ciertas labores. Ser el que adiestra a un caballo no es una
tarea muy fácil puesto que, debe poseer
paciencia y estrategia, además de una ardua labor. Su Di Noi y
Quimbo, son los preferidos del
actual estudiante y trabajador del
hipódromo. Anécdotas que contar y de cómo es la vivencia en un ambiente fuera
de vídeo juego o alguna otra atracción que un muchacho pueda anhelar.
El
hipódromo de Monterrico también llamado “El Coloso de Surco”, ubicado en el
distrito de Surco. Se inauguró el 18 de diciembre de 1960. Un complejo
deportivo, que desde antaño ha sido reconocido por los peruanos y a pesar que los años sigan pasando, sigue
presente en cada persona. Y es dónde un muchacho logra persistir desde los
catorce años hasta este momento, con sus 19años.
El estilo de vida de
los caballos se deben gracias a individuos que hacen lo mejor para otorgarles
una buena vivencia en su hábitat. Un estudiante y más que eso, un seguidor y
amante de los caballos. Aunque también es un trabajador que ha permanecido seis
años de su vida en el mundo de los
jinetes, cuenta como ha sido tal experiencia y la comodidad que sintió. Estaba
charlando muy a gusto con él y de pronto
le mencioné la palabra
(Alfonso Gastañaduy con su corcel en pleno ocio).
hipódromo
y automáticamente responde: “carreras de caballos, apuestas en las carreras y
buenos recuerdos con mi grupo de trabajo”, indicó Alfonso Gastañaduy. Empezó
cuando él tenía catorce años aún estaba en la secundaria. La primera vez que pisó el
hipódromo es cuando se dirigió con su familia, “fue muy emocionante y lo sentí
nuevo en mi vida no imaginé quedarme
laborando acá”, añadió.
Tan
solo permanecer algunas horas en el estadio y apreciar a los caballos, quedando
impresionada con su desempeño y de cómo corren y ponen de su parte para poder
ser el ganador, pese a que, no lo sepan estos corceles. Sin embargo, muchas
personas apuestan muy buena cantidad de dinero, a fin de entretenerse o
simplemente a la adicción del “juego” que observan. Lo especial de estar en ese
maravilloso mundo es la naturaleza que uno puede percibir. Alfonso Gastañaduy señaló que, la
vivencia dentro, es formidable.
Permanecer
tantos años laborando con los corceles debe haber anécdotas que contar. Y claro que sí, “cuando estuve
montando un caballo y en un momento el caballo se asustó por un ruido de un carro,
empezó a correr demasiado, y yo me asusté porque estuve sin protección pero
gracias a Dios no ocurrió nada malo”. Montar a un caballo en lo personal, es
muy genial, sin embargo si no hay protección, esto sería grave.
(El caballo preferido
“Quimbo”- Hipódromo de Monterrico- Surco)
Cada corcel que ingresa al estadio y que
permanece ahí, suele tener su
peculiaridad. Su estado físico corporal,
las manos, las patas, por otro lado, muestra un pecho muy bien formado por el
entrenamiento. En cuanto a las competencias los caballos poseen cualidades. “Las
cualidades que tienen es que son muy rendidores en competencia y sanos, ya que
no se enferman”, señaló. También se encuentra rocines salvajes que son
amansados por bien de todos y de la misma carrera. Son adiestrados para que
corran con potencia y aquel que lo monte no le pase nada. Se piensa tanto en el
animal como en la persona. “El jinete que se monta al caballo que no está
amansado su actitud es nerviosa muchas
veces corren sin rumbo. Y es por eso
que sufren lesiones”.
(La yegua "Peliculera")
Como todo animal su cuidado es
primordial, a comparación de los toros, los caballos son muy bien cuidados y
alimentados. “Su alimentación y su hábitat donde se encuentran están muy acondicionados para su estado de salud”, mencionó.
Su
alimentación principal es la comida de
pasto seco, cebada, alfalfa, zanahoria, avena, en algunas oportunidades se le
adiciona aceite o alguna otra vitamina para fortalecer sus músculos y fibras.
Alfonso Gastañaduy, estudiante de periodismo me cuenta que, montó su primer
caballo a los 14 años y sintió que era como sentarse en una moto por la tranquilidad
que se siente y por lo dócil que puede ser el corcel.
“Fue una gran experiencia”. Hay diversas
razas que podemos hallar en el hipódromo, por ejemplo: “alazán, castaño, zaino,
rosillo, tordillo y la famosa raza, pura sangre, cuando el caballo es hijo del
padre y madre de sus abuelos”.
Generalmente
estos corceles tienen un tiempo determinado para poder correr. Se estima a
partir de los tres años. Sin embargo si presentan condiciones favorables
galopan a los dos años. Mientras que los no adiestrados, compiten a los cuatro
años.
“He domado a unos 10 caballos y con esos he
trabajado” añadió. Los accesorios que
utilizan son cascos para evitar golpes en la cabeza, un chaleco amortiguador
para las caídas, unas botas de cuero para no sufrir pisaduras de los caballos,
guantes para evitar algún corte en la mano o en los dedos al momento de
montar, los lentes y la fusta del jinete
que es el látigo. “Mayormente el látigo
es para poder animar al caballo a ganar
en una competencia” indicó.
Sin
duda Alfonso tendrá sus corceles preferidos con nombres muy originales y además
por las actitudes que presentan. “Su Di Noi que es una yegua tranquila, un
caballo de la raza alazán, que pesa 560 kilos de nombre Quimbo. Otros caballos
como Azurro, una yegua Chinchilla”, mencionó.
El
mejor caballo debería pesar, según su
punto de vista unos 500 kilos. Asimismo, sano, dócil y su cuerpo en buena
forma. Todos los seres vivos realizan sus ejercicios para la buena salud. Los
caballos hacen ejercicios en la cancha de tierra y ejecutan unos piques de 400 o 500 metros. Otros
realizan de 1000 metros e incluso la distancia de la competencia que
participarán. Al observar como labora, son muy atendidos con una buena
alimentación, el descanso que deben tener después de una hora de entrenamiento
es efectivo.
Cada
quien elige su comodidad. Sin embargo, no muchos lo logran. Alfonso Gastañaduy
tiene la facultad de poder estar en un lugar donde es acogedor. Él está gustoso
por haber conocido el hipódromo, jamás pensó permanecer tanto tiempo. Además
lleva una vida equilibrada y a diario puede contemplar cada carrera.
By: Hillary Romero Rodríguez.
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