“Invierno en
su Corazón”
“¡Qué noche más fría tuve el sábado!”,
contaba Anita Paredes, mientras regalaba un suspiro. Cómo si el frío hubiera
paralizado tanto sus huesos que le causaba dolor recordarlo. Caían lágrimas por
sus mejillas al decirme que su corazón sufre por aquel día. ¿Tan difícil puede
ser el frío en algunas personas? Me pregunte. Ella cuenta que su sueño fue
interrumpido por el clamor y el llanto de Susana, su hermana menor. Pensó que
algo sucedió con su sobrino. Al salir de la habitación ve a Susana esperándola
en la puerta, con el rostro asustado y la mano izquierda mordida. A sus 26 años,
Ana no entiende por qué pasa por esto.
Sus padres se separaron cuando
ella tenía ocho años y su hermana mayor once. “Yo creo que hubiera sido menos doloroso de enfrentar,
si mi madre no hubiera estado embarazada cuando se divorció… ver crecer a mi
hermanita sin amor, en medio del rechazo, la amargura fue desgarrador. Sin
padre para defenderla, sin el cariño y los brazos de una madre, ella la
empujaba cada vez que Sú, la besaba o abrazaba”.
Cada etapa en la vida de su madre
estaba marcada. En la niñez y adolescencia también fue rechazada. Cuando era joven su padre murió,
quizá era único que la amaba y comprendía. Y siendo adulta enfrentar la separación
debió ser muy difícil. Con el paso del tiempo su madre vivía triste y callada a
causa de la depresión. Se quedo estancada en esa etapa del dolor, no lo expulso
a tiempo y se convirtió en enojo, ira. Poco a poco fue contaminando a sus tres
hijas con esta amargura.
Pero la mayor salió de casa a
penas terminó la universidad, es egresada de la facultad de Ingeniería Industrial
de la UNMSM, ya se casó y junto a su esposo de la misma universidad terminaron sus maestrías en el CENTRUM –
PUCP, es el orgullo de sus padres. “Cuando se fue de la casa, pensé que era
egoísta y cobarde al irse. Luego, yo le decía a mi madre que quería irme
también porque no la soportaba. Ahora me doy cuenta que pensaba en su futuro”.
Ana se dejo llevar por la
corriente, por la marea, por el vaivén
de las olas. Lloraba la ausencia de su padre, lo visitaba a su casa,
esto irritaba a su madre. Se enamoró y de desilusionó.
La menor nunca tuvo a su padre y
a los quince años quedo embarazada. “Antes lloraba más seguido, ahora ha
menguado” recuerda Ana. Es la más afectada pero es fuerte. Es
increíble ver cómo a pesar de todo, está de pie. Las discusiones con su mamá
suceden a diario, cada hora si estuvieran juntas todo el día. Ya llegaron a
levantarse la mano, se han lastimado mucho. Los motivos sobran para ellas.
Susana es malcriada e irrespetuosa.
Juan Quiroga, psicólogo de la red
Essalud, atiende a diario muchos casos similares de depresión. Cuenta que la
mayoría de sus pacientes son jovencitas. “Muchas de ellas deberían estar soltando las
muñecas para practicar algún deporte, otras pensando que carrera estudiar. Sin
embargo no lo hacen. Ahora saltan etapas”.
Agrega que son pocas las mujeres que resisten tanto, muchas recurren al
suicidio. Piensan que el dolor terminara al poner punto final a sus vidas. El
doctor asegura que si hay tratamientos, pero el problema está en la
inconstancia del paciente.
Según la Organización Mundial de
la Salud, alrededor de 800 personas se suicidan diariamente a causa de la
depresión. “Los
pensamientos suicidas son resultado del pensamiento distorsionado y pesimista,
al igual que del desinterés por la vida causado por la depresión. Ante los
pensamientos suicidas lo mejor es llamar inmediatamente a un profesional
calificado. También es importante identificar familiares o amistades cercanas a
las que se pueda recurrir en cualquier momento y servir de apoyo”.
Pero que hay
más allá en la depresión, fuera del suicidio. Que sucede con las personas que
no mueren. Como la madre de Ana, ella es una sobreviviente de esta enfermedad. Pero
que madre es inmune al llanto de auxilio o a la caricia de un hijo.
He visto madres
que son capaces de dar la vida por sus hijos. Que se esfuerzan y hasta se impacientan
por querer ser más que madres y volverse sus amigas. Madres que lloran al
verlos lejos o sufriendo. Madres que dan
todo sin esperar algo a cambio. Que prefirieron ser madres y dejar a un lado el
rol de mujer.
ANESTESIA
Antes
de conocer a la madre de Ana, la imaginaba como una loca de la calle, que
levantaría la escoba para perseguirme, apenas me viera. Pero eso fue una
hipérbole.
Cuando la vi, era una mujer que mostraba su mejor sonrisa. No se notaba que habían pasado por 56 abriles. Hablaba normal de la vida cotidiana. No imaginabas que había pasado por tanto dolor. Tampoco notabas que hubiera discutido con su hija, horas, días, semanas antes.
Cuando la vi, era una mujer que mostraba su mejor sonrisa. No se notaba que habían pasado por 56 abriles. Hablaba normal de la vida cotidiana. No imaginabas que había pasado por tanto dolor. Tampoco notabas que hubiera discutido con su hija, horas, días, semanas antes.
Señaló
que en una sociedad machista como la nuestra es necesario sacar fuerzas y
seguir adelante. Trabajar y mantener la casa para demostrar al varón que sola
también puedes. “Yo
he trabajado, he cocinado, he pagado cuentas sola. He sacado adelante a mis
hijas y sola”, relata
orgullosa, mientras Anita comienza a llorar. Que su hija menor haya salido
embarazada a corta edad es una herida más, que aún no cierra. Su dolor tapa sus
ojos y congela su corazón. Ella no se da cuenta del llanto de su hija. Sigue
hablando. Mientras Ana y Sú, anhelan un minuto de su tiempo y su comprensión.
¿Qué
sucede en ella? ¿Qué le hace estar tan lejos de su realidad? Ha vivido
renegando, queriendo olvidar, culpando a sus hijas del abandono. Todos son
culpables menos ella.
LA
INFLUENCIA EN EL CEREBRO
Pero
¿Qué cambia su estado emocional?
Si sabemos
que la mente no existe sin el cerebro, se comprende que cualquier daño en la
composición del cerebro se refleja en nuestras emociones, pensamientos y
conducta.
Los estudios
revelan que la depresión, causa daños en la capacidad cognitiva y en la memoria.
Puede producir Alzheimer. También logra que el hipocampo se reduzca. La córtex prefrontal
sufre perdida de células y dendritas o conexiones afectando el momento de tomar
decisiones y el pensamiento abstracto.
MARCADAS
La triste historia de siempre. La
abuela abandonada, madre abandonada, hija abandonada.
La abuela deprimida, madre
deprimida, hija deprimida.
¿Será siempre así? Claro que No!
Ana y su hermana están a tiempo de cortar ese cordón
umbilical. También lo están para vencer y salir de la depresión. Aprender de
los errores de otros es bueno. Pero para no cometerlos.
Oigo que dicen: “De toda circunstancia toma lo bueno, desecha
lo malo”. Pero como sabe una persona deprimida que es bueno y que es
malo.
Leyendo, compartiendo con otras personas. “Hay que
salir de la oscuridad, buscar la luz”, aconseja el Dr. Quiroga.
Es cierto que la emoción de la madre de Ana por salir
adelante parece positiva. Pero no ayuda a sus hijas. Ella no comparte su sueño.
Eso requiere más que imitaciones, requiere de comunicación, de amor para llegar
a la comprensión.
Pero antes, hay que romper ese hielo que las separa y congela
a la vez. Es necesario aprender a pedir ¡PERDÓN!
Por: Sara Isabel Arista Adarmes
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