CEGUERA SIN BARRERAS
Historias de personas videntes que rompen las
barreras de los caminos oscuros de la
vida.
Por: Cindy Ruiz
Más de medio millón de personas circulan todos los días entre la
plaza Bolognesi, pero pocos se detienen
a mirar que ese lugar está rodeado por ciegos llenos de habilidades,
destrezas y cualidades, sin embargo, ellos son invisibles ante nuestros ojos.
Alex Sánchez de 39 años juega ajedres hace diez años, encuentra a
sus contrincantes en el Centro Nacional de Ciegos
Una
luz de esperanza
"Creo que no nos
quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, ciegos que ven, ciegos que viendo, no
ven." - José Saramago-
Ellos perdieron la vista por muchas razones, pero
nunca perdieron la luz de la esperanza,
jamás se amilanaron ante su discapacidad, tampoco se detuvieron
para construir sus propios
colores imaginarios.
Ella se imagina qué cosas haría con el
premio de dicho concurso
Este
es el caso de Denise
Felisa Cajas
de 29 años, quien nació mirando
el rostro de su madre y el mundo lleno de colores, pero jamás se imaginó que a
sus 15 años una catarata que es una
opacidad del lente al cristalino del ojo, le arrebatará los colores de la vida.
Esa dolencia se produjo a raíz de un
accidente automovilístico cuando ella, viajaba con sus padres al departamento
de Junín.
Cuando fue trasladada al hospital, los médicos
dijeron que las cataratas había dañado sus corneas, “solo un donante de corneas puede salvar la visión de Denise”,
dijo el médico de turno, sin embargo, el donante nunca llegó.
Los días eran amargos para Denise,
no había día que no tenga heridas en las
rodillas producto a los tropiezos que se deba cuando intentaba caminar sola.
Denise no quiso saber nada de la Vida, intentó suicidarse por más de dos veces,
ahorcándose con sus pasadores, pero fue
auxiliada a tiempo por su madre.
Solo estuvo en su casa un año después del
accidente, ya que sus padres la llevaron a la escuela Luis Braille en Comas. Donde
ella aprendió a caminar sin tropezar, a
leer en el sistema Braille y descubrir la pasión por la cocina.
“Soy una buena cocinera”, -me cuenta
sonriendo-, “acabo de pasar el tercer nivel de un concurso organizado por una
bebida conocida, que busca a la mejor cocinera discapacitada”.
“Me presenté con el plato estofado de carambola,
y te preguntarás como lo hago, es fácil, con solo sentir el olor de los ingredientes,
lo puedo hacer”.
Tiene fe que va ganar el concurso y
con el premio, ayudaría en los gastos de
la medicina de su pequeño Luis, quien nació mirando al mundo hace siete años.
“Mi
hijo es lo único que tengo”-empieza a llorar -, su hijo está internado en el Hospital del Niño, hace
un mes, producto de una tuberculosis crónica,
por la falta de alimentación.
Ella
me dice: “prefiero está oscuridad tenebrosa a escuchar los
quejidos de mi pequeño, cada vez
que le inyectan”.
“Recuerdo cada palabra de él, ¡mamá no te vayas a caer!, pero eso no es
lo más triste porque cuando le di a luz
solo escuche su llanto. Jamás conoceré
el rostro de mi pequeño hijo, aunque él me pueda ver.”
Denis se apresura en bajar las escaleras, para ir al
Hospital del Niño en busca de su pequeño Luis
El
éxito sin colores
Hesnard, desde su ecritorio, posa en su escritorio para la foto
Hesnard Espinoza Pajuelo, tiene 32, es padre
de una hermosa niña de diez años, profesor de Ciencias Sociales en el colegio
Luis Braille en Comas y coordinador del Centro Nacional de ciegos.
Hesnard, quedó ciego a los doce años, cuando
jugaba fulbito con sus primos en su natal Ancash.“Era el último pelotazo que lanzó mi primo, es lo que
–recuerdo”,-me cuenta-:Esa pelota destrozó
mis dos ojos”.
“En mi pueblito no había avanzado la
tecnología oftalmológica, por eso me quedé ciego”, sonríe.
Los días pasaban para él
sin hacer nada, desde que abandonó el colegio. No se acostumbraba a
caminar. El punto de referencia es una pared”.
Trataba de caminar horas y horas sin que
nadie lo vea, sin embargo, sus padres eran siempre sus lazarillos.
Hasta que un día él escuchó, una emisora radial “Santa Rosa de Comas”
dónde decía últimas vacantes en el colegio Luis Brille, solo para personas
videntes , “ era mi oportunidad mis padres me trajeron a Lima ,luego me
internaron en ese colegio , donde acabe mi secundaria”.
A pesar de su discapacidad visual, no se detuvo, siguió estudiando,postuló
a la universidad Nacional de San Marcos, ingresó a la facultad de ciencias
sociales.
Después de haberse graduado se casó, con su
compañera del colegio, quién también es ciega, producto de la relación tuvo una
hija de nombre Brenda.
Su pequeña niña también es ciega pues heredó
la ceguera de su madre.
Espinoza, dice “la verdadera luz en mi camino
es la existencia de mi hija”: por nuestra ceguera, sé que vivimos en el mundo
de los desconocidos, donde jamás se podrá saber quiénes somos.
Luis está escribiendo mi nombre, en la
máquina de escribir llamada Ericka
“Los ojos no sirven de
nada a un cerebro ciego.”
-Proverbio árabe –
Se acerca un
señor trigueño, de voz melodiosa .Tenía puesto un conjunto azul polar con
huecos, producto de los años, llevaba el cabello con un corte perfecto, y los
ojos sin pupilas blancas.
-“Soy Luis Quispe,
el bibliotecario .Vamos a pasar a la
biblioteca” -.
Me pide lo
que siempre pide a sus alumnos: apagar el celular, quitarse el reloj si tiene luz,
.No hacer bulla.
-“Apoya tus
manos en mi cintura y déjate llevar. Si
durante el recorrido me quieres pedir algo, solo grita mi nombre”-.
El
bibliotecario sin pupilas caminaba tan
rápido sin tropezar, por el salón de los
tres mil libros, me contó –“me demoré en
aprender, por más de un año, los nombre de
estos libros, ni hablar con los nombres de los autores”.
Quispe, tiene 40 años, es hijo de padres ciegos,
dónde heredó una catarata congénita, aquel que nace con el cristalino opaco y
por lo tanto no le permitió ver.
Además
de trabajar como bibliotecario en el Centro Nacional de Ciegos, también
es profesor de computación en la mañanas, al mando tiene 15 alumnos videntes,-“me sacan las canas
verdes”-me dice sonriendo.
Luis enseñando a su alumna María el programa de Excel
Él, no terminaba de contarme como había ejercido la docencia,
en su tiempo libre,-“soy un profesor, muy exigente, cada vez que mis alumnos,
me quieren hacer el avión, abriendo otras páginas que no son del curso, le
voto de clase “, se muestra serio.- “Me
gusta que mis alumnos aprendan.-“
Luego trae consigo un periódico de nombre Publimetro,
empieza a explicarme que es el primer
diario para ciegos,-“nosotros también nos enteramos de lo que pasa afuera, en
el mundo de la luces.-“
El primer periódio impreso en sistema
Braile de nuestro país, a cargo de la
empresa Publimetro
Ese boletín informativo impreso en sistema Braille, un formato de escritura
en relieve basado en la combinación de seis puntos distribuidos en dos columnas
de tres, llega cada mes de manera gratuita a la institución.
-“sabes escribir en Braille”.-, de miedo le
respondo ¡no!, entonces te enseñaré ,sacó una máquina de escribir, dijo que se llamaba Erika , en
ese aparato había tres teclas en la derecha , uno en el centro y las otras tres
en la izquierda .-“Las primeras teclas sirve para las letras “A” hasta la “J”,
el del medio es para el espacio, las últimas tres letras son de la “ K” hasta la “Z”., nada más , así de
fácil es escribir en ese sistema –”.,
asegura con tanta firmeza, que aquello no es complicado .
-“Me demoré en aprender dos meses. Desde que
Luis Brille descubrió los alfabetos que ahora lleva su nombre, se multiplicaron
los progresos técnicos a favor de los ciegos”,-“mírame a mí, siendo ciego me
gradué sin problemas, por cierto nunca más lo vi a mis profesores”-,
sonríe.
La primera máquina de escribir mecánica de nombre
Ericka fue presentada a comienzos de siglo XX en
Alemania
Cada vez nuestra conversación era amena,
hasta que una llamada interrumpió
nuestro diálogo, me dijo ,me tengo que ir en diez minutos ,-“hoy tengo reunión de
profesores , te dejaré –”.Le dije gracias por haberme permitido conocer tu vida
, el me responde –“ no te amilanes ante la vida ,lucha hasta conseguirlo”-, le miraba detenidamente como caían las
lágrimas sobre sus mejías , sentí pena .
Me despido, pero no pude evitarle: “¡decirle
.Nos vemos!”.De inmediato advertía mi propia falta de tacto y me maldecía en
silencio .Hasta que el me dijo –“no te preocupes “.Yo también digo nos vemos”,
me has hecho recordar a una compañera,
que siempre que se despide me dice, nos
vemos Luis, tal vez será que ambos somos
ciegos, y uno no conoce a demasiados ciegos en la vida.”-.
Le dije Adiós.
Historias de personas videntes que rompen las
barreras de los caminos oscuros de la
vida.
Por: Cindy Ruiz
Más de medio millón de personas circulan todos los días entre la
plaza Bolognesi, pero pocos se detienen
a mirar que ese lugar está rodeado por ciegos llenos de habilidades,
destrezas y cualidades, sin embargo, ellos son invisibles ante nuestros ojos.
Alex Sánchez de 39 años juega ajedres hace diez años, encuentra a sus contrincantes en el Centro Nacional de Ciegos |
Una
luz de esperanza
"Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, ciegos que ven, ciegos que viendo, no ven." - José Saramago-
Ellos perdieron la vista por muchas razones, pero nunca perdieron la luz de la esperanza, jamás se amilanaron ante su discapacidad, tampoco se detuvieron para construir sus propios colores imaginarios.
Este es el caso de Denise Felisa Cajas de 29 años, quien nació mirando el rostro de su madre y el mundo lleno de colores, pero jamás se imaginó que a sus 15 años una catarata que es una opacidad del lente al cristalino del ojo, le arrebatará los colores de la vida.
Esa dolencia se produjo a raíz de un accidente automovilístico cuando ella, viajaba con sus padres al departamento de Junín.
Cuando fue trasladada al hospital, los médicos dijeron que las cataratas había dañado sus corneas, “solo un donante de corneas puede salvar la visión de Denise”, dijo el médico de turno, sin embargo, el donante nunca llegó.
Los días eran amargos para Denise, no había día que no tenga heridas en las rodillas producto a los tropiezos que se deba cuando intentaba caminar sola.
Denise no quiso saber nada de la Vida, intentó suicidarse por más de dos veces, ahorcándose con sus pasadores, pero fue auxiliada a tiempo por su madre.
Solo estuvo en su casa un año después del accidente, ya que sus padres la llevaron a la escuela Luis Braille en Comas. Donde ella aprendió a caminar sin tropezar, a leer en el sistema Braille y descubrir la pasión por la cocina.
“Soy una buena cocinera”, -me cuenta sonriendo-, “acabo de pasar el tercer nivel de un concurso organizado por una bebida conocida, que busca a la mejor cocinera discapacitada”.
“Me presenté con el plato estofado de carambola, y te preguntarás como lo hago, es fácil, con solo sentir el olor de los ingredientes, lo puedo hacer”.
Tiene fe que va ganar el concurso y con el premio, ayudaría en los gastos de la medicina de su pequeño Luis, quien nació mirando al mundo hace siete años.
“Mi hijo es lo único que tengo”-empieza a llorar -, su hijo está internado en el Hospital del Niño, hace un mes, producto de una tuberculosis crónica, por la falta de alimentación.
El
éxito sin colores
"Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, ciegos que ven, ciegos que viendo, no ven." - José Saramago-
Ellos perdieron la vista por muchas razones, pero nunca perdieron la luz de la esperanza, jamás se amilanaron ante su discapacidad, tampoco se detuvieron para construir sus propios colores imaginarios.
Ella se imagina qué cosas haría con el premio de dicho concurso |
Este es el caso de Denise Felisa Cajas de 29 años, quien nació mirando el rostro de su madre y el mundo lleno de colores, pero jamás se imaginó que a sus 15 años una catarata que es una opacidad del lente al cristalino del ojo, le arrebatará los colores de la vida.
Esa dolencia se produjo a raíz de un accidente automovilístico cuando ella, viajaba con sus padres al departamento de Junín.
Cuando fue trasladada al hospital, los médicos dijeron que las cataratas había dañado sus corneas, “solo un donante de corneas puede salvar la visión de Denise”, dijo el médico de turno, sin embargo, el donante nunca llegó.
Los días eran amargos para Denise, no había día que no tenga heridas en las rodillas producto a los tropiezos que se deba cuando intentaba caminar sola.
Denise no quiso saber nada de la Vida, intentó suicidarse por más de dos veces, ahorcándose con sus pasadores, pero fue auxiliada a tiempo por su madre.
Solo estuvo en su casa un año después del accidente, ya que sus padres la llevaron a la escuela Luis Braille en Comas. Donde ella aprendió a caminar sin tropezar, a leer en el sistema Braille y descubrir la pasión por la cocina.
“Soy una buena cocinera”, -me cuenta sonriendo-, “acabo de pasar el tercer nivel de un concurso organizado por una bebida conocida, que busca a la mejor cocinera discapacitada”.
“Me presenté con el plato estofado de carambola, y te preguntarás como lo hago, es fácil, con solo sentir el olor de los ingredientes, lo puedo hacer”.
Tiene fe que va ganar el concurso y con el premio, ayudaría en los gastos de la medicina de su pequeño Luis, quien nació mirando al mundo hace siete años.
“Mi hijo es lo único que tengo”-empieza a llorar -, su hijo está internado en el Hospital del Niño, hace un mes, producto de una tuberculosis crónica, por la falta de alimentación.
Ella
me dice: “prefiero está oscuridad tenebrosa a escuchar los
quejidos de mi pequeño, cada vez
que le inyectan”.
“Recuerdo cada palabra de él, ¡mamá no te vayas a caer!, pero eso no es
lo más triste porque cuando le di a luz
solo escuche su llanto. Jamás conoceré
el rostro de mi pequeño hijo, aunque él me pueda ver.” Denis se apresura en bajar las escaleras, para ir al Hospital del Niño en busca de su pequeño Luis |
Hesnard, desde su ecritorio, posa en su escritorio para la foto |
Hesnard Espinoza Pajuelo, tiene 32, es padre de una hermosa niña de diez años, profesor de Ciencias Sociales en el colegio Luis Braille en Comas y coordinador del Centro Nacional de ciegos.
Hesnard, quedó ciego a los doce años, cuando jugaba fulbito con sus primos en su natal Ancash.“Era el último pelotazo que lanzó mi primo, es lo que –recuerdo”,-me cuenta-:Esa pelota destrozó mis dos ojos”.
“En mi pueblito no había avanzado la tecnología oftalmológica, por eso me quedé ciego”, sonríe.
Los días pasaban para él
sin hacer nada, desde que abandonó el colegio. No se acostumbraba a
caminar. El punto de referencia es una pared”.
Trataba de caminar horas y horas sin que nadie lo vea, sin embargo, sus padres eran siempre sus lazarillos.
Hasta que un día él escuchó, una emisora radial “Santa Rosa de Comas” dónde decía últimas vacantes en el colegio Luis Brille, solo para personas videntes , “ era mi oportunidad mis padres me trajeron a Lima ,luego me internaron en ese colegio , donde acabe mi secundaria”.
A pesar de su discapacidad visual, no se detuvo, siguió estudiando,postuló a la universidad Nacional de San Marcos, ingresó a la facultad de ciencias sociales.
Después de haberse graduado se casó, con su compañera del colegio, quién también es ciega, producto de la relación tuvo una hija de nombre Brenda.
Su pequeña niña también es ciega pues heredó la ceguera de su madre.
Espinoza, dice “la verdadera luz en mi camino es la existencia de mi hija”: por nuestra ceguera, sé que vivimos en el mundo de los desconocidos, donde jamás se podrá saber quiénes somos.
Luis está escribiendo mi nombre, en la máquina de escribir llamada Ericka |
-Proverbio árabe –
Se acerca un
señor trigueño, de voz melodiosa .Tenía puesto un conjunto azul polar con
huecos, producto de los años, llevaba el cabello con un corte perfecto, y los
ojos sin pupilas blancas.
-“Soy Luis Quispe,
el bibliotecario .Vamos a pasar a la
biblioteca” -.
Me pide lo
que siempre pide a sus alumnos: apagar el celular, quitarse el reloj si tiene luz,
.No hacer bulla.
-“Apoya tus
manos en mi cintura y déjate llevar. Si
durante el recorrido me quieres pedir algo, solo grita mi nombre”-.
El
bibliotecario sin pupilas caminaba tan
rápido sin tropezar, por el salón de los
tres mil libros, me contó –“me demoré en
aprender, por más de un año, los nombre de
estos libros, ni hablar con los nombres de los autores”.
Quispe, tiene 40 años, es hijo de padres ciegos,
dónde heredó una catarata congénita, aquel que nace con el cristalino opaco y
por lo tanto no le permitió ver.
Además
de trabajar como bibliotecario en el Centro Nacional de Ciegos, también
es profesor de computación en la mañanas, al mando tiene 15 alumnos videntes,-“me sacan las canas
verdes”-me dice sonriendo.
Luis enseñando a su alumna María el programa de Excel |
Luego trae consigo un periódico de nombre Publimetro,
empieza a explicarme que es el primer
diario para ciegos,-“nosotros también nos enteramos de lo que pasa afuera, en
el mundo de la luces.-“
El primer periódio impreso en sistema Braile de nuestro país, a cargo de la empresa Publimetro |
-“sabes escribir en Braille”.-, de miedo le
respondo ¡no!, entonces te enseñaré ,sacó una máquina de escribir, dijo que se llamaba Erika , en
ese aparato había tres teclas en la derecha , uno en el centro y las otras tres
en la izquierda .-“Las primeras teclas sirve para las letras “A” hasta la “J”,
el del medio es para el espacio, las últimas tres letras son de la “ K” hasta la “Z”., nada más , así de
fácil es escribir en ese sistema –”.,
asegura con tanta firmeza, que aquello no es complicado .
-“Me demoré en aprender dos meses. Desde que
Luis Brille descubrió los alfabetos que ahora lleva su nombre, se multiplicaron
los progresos técnicos a favor de los ciegos”,-“mírame a mí, siendo ciego me
gradué sin problemas, por cierto nunca más lo vi a mis profesores”-,
sonríe.
La primera máquina de escribir mecánica de nombre Ericka fue presentada a comienzos de siglo XX en Alemania |
Me despido, pero no pude evitarle: “¡decirle
.Nos vemos!”.De inmediato advertía mi propia falta de tacto y me maldecía en
silencio .Hasta que el me dijo –“no te preocupes “.Yo también digo nos vemos”,
me has hecho recordar a una compañera,
que siempre que se despide me dice, nos
vemos Luis, tal vez será que ambos somos
ciegos, y uno no conoce a demasiados ciegos en la vida.”-.
Le dije Adiós.
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