"Estaba en el carro escuchando música cuando de pronto veo que sube una mujer escuálida pidiendo, implorando que le ayuden con una limosnita para sus medicinas ya que tenía cáncer terminal, mi asombro fue cuando la vi acercarse a mi asiento y nos miramos fijamente, era mi vecina, una drogadicta", dijo molesta Carolina Mendoza, vecina del distrito Cercado de Lima.
El mundo del facilismo holgado por los vagabundos llegó al extremo, inescrupulosos sujetos se visten de mendigos y divagan por las calles del centro de Lima para aprovecharse de aquellas personas de buen corazón.
La mayoría de los limeños se hacen dominar por las emociones y terminan colaborando ante la apariencia que muestran estos falsos menesterosos, donan sin saber el verdadero destino de su dinero.
La teoría dice que las apariencias engañan, sin embargo al momento de dar una limosna olvidamos que existió. Antes de darles una manito de caridad a este tipo de personas debemos mirar bien si son verdaderos o falsos, muchas veces te cuentan historias falsas y cuando les preguntas de qué enfermedad sufre, titubean y responden cualquier disparate.
La búsqueda de lo fácil y rápido puede convertir a las personas en decrépitos mentales, cuando no están acostumbrados a esperar un proceso y sacrificarse para lograr los objetivos, caen en este mundo por los vicios donde el esfuerzo ha perdido el valor, la humanidad se convierte en un vaivén de ser o no ser.
La multitud contribuye en la proliferación de los falsos pordioseros que actúan compaginados con mafias que explotan a los niños mediante la mendicidad, viven con un acéfalo que procesa solo en el verbo explotar.
La capacidad racional no forma parte de su anatomía, las falencias cerebrales parece haberles llevado aun solo pensamiento horrendo "explotación a las indefensas criaturas".
Anonadada por la nauseabunda de quienes solo ven la realidad objetiva encubierta con maniquíes y no se dan el trabajo de ver más allá donde la realidad verdadera se esconde bajo los escombros de cada lágrima de niños que vemos a diario en las calles.
Muchas personas están acostumbradas a vivir en medio de catacumbas porque han perdido la sensibilidad para siempre, con esta imagen Lima la ciudad de "Reyes" se convierte en la ciudad de los "Mendigos".
El ayer y hoy de los mendigos
La necesidad convertida en un negocio espeluznante
En la década de los ochenta cuando las profundidades de la sierra peruana estallaban los primeros brotes del terrorismo y la población entera intentaba sacudirse de la crisis económica más estremecedora desde la guerra con Chile, surgió en las calles de Lima el fantasma de los primeros mendigos
Los mendigos eran entonces enfermos psiquiátricos en absoluto abandono que deambulaban como perros sin dueño, por el Centro de Lima. Los desocupados con solo estirar la mano y repetir un discurso conmovedor durante todo el día encontraron la forma más fácil de obtener dinero. Decenas de malvados descubrieron en la mendicidad un buen negocio para ganar dinero sin ningún esfuerzo, además la posibilidad de obtener más dinero que un trabajo formal.
Niños entre 5 y 12 años son dopados para causar más lastima en los transeúntes, los menores son alquilados por los falsos mendigos a 10 soles diarios. La falsa mendicidad se ha convertido en el oficio más rentable de los últimos años, cada día estos inescrupulosos reinventan sus estrategias de estafa para no ser descubiertos.
Los verdaderos necesitados son perjudicados pues son juzgados por la franqueza de sus palabras.
Falsos mendigos que pululan en el corazón de Lima ganan más que un médico de Essalud al mes.
El advenimiento de la navidad propicia el incremento de los falsos mendigos en el centro de Lima que se aprovechan del despilfarro habitual de ciudadanos. Sujetos inescrupulosos de diferentes edades, disfrazados de mendigos se apostan en pleno corazón de Lima y ganan másque un médico cirujano del sector público con solo extender la mano por cinco horas.
El ingreso diario que genera un falso pordiosero es de 240 soles mientras que un médico cirujano gana 150 soles diarios.
Los falsos indigentes son actores dramáticos de este siglo, fingen padecer enfermedades terminales, contar historias desgarradora para lucrar de la ingenuidad de los transeúntes.
Esta es una nueva modalidad de robo que afecta a la población auspiciado por la candidez de los limeños que contribuyen en la proliferación de los vagabundos, entregamos el pescado en vez de enseñar a pescar.
La mendicidad en Lima no es un fenómeno de pobreza, sino consecuencia de las personas holgazanes quienes viven atrapados en el mundo del facilismo.
Las horas estratégicas que operan son los feriados y hora punta, expertos psicólogos de la calle conocen el movimiento comercial de la ciudad. En navidad y Semana Santa hacen su agosto. Merodean en la puerta de los centros comerciales como los perros abandonados hasta las nueve de la noche y luego desaparecen , son los fantasmas de la ciudad. La mayoría de los falsos mendigos son mujeres de 35 a 60 años, seguido de los niños y varones, en comparación con los verdaderos mendigos es todo lo contrario.
El dinero que recaudan estos inescrupulosos lo invierten en licor, droga, cigarro y terokal, tenemos un caso de una mujer trinchuda que nos respondió con cólera.
"Mueres de envidia porque no puedes hacer lo que hago" fue la respuesta de esta mujer trigueña harapienta de unos 40 años que finge sufrir cáncer de mama y mendiga para drogarse con terokal.
Perder la libertad es perder la condición humana
"Cuando no llevo la plata suficiente para su vicio me pega"
Juan, escuálido niño de once años es obligado a mendigar durante doce horas por un plato de comida.
La brutalidad de su tío corroe su libertad cada día como el cáncer, no hay quien lo defienda, para sobrevivir el pequeño Juan recorre las calles del centro de Lima. Canta en los buses todos los días del año, no conoce el descanso o el domingo familiar, para él todo esto acabó hace dos años, mientras su tío vigila de lejos él trata de ahogar sus penas cantando.
"Mi madre murió en un incendio hace dos años, desde esa vez me fui a vivir con mi tío que tengo, no me gusta vivir con él porque toma y fuma mucho, cuando no llevo la plata suficiente para su vicio.. me pega", rompió en llanto como si lo estuvieran golpeando.
Levanta la mirada melancólica y observa desesperadamente con los ojos locos por todos lados para ver si alguien está vigilando nuestra conversación.
Las
ganas de estudiare no se le quitan a pesar de las penurias que pasas y las
limitaciones que tiene, su gran sueño es ser ingeniero de sistemas.
“Mi
mamá me decía que todo se puede, así que cuando voy a cumplir mis trece años me
voy a escapar para poder estudiar, yo no quiero quedarme con mi tío porque odio
esta ciudad, me iré a otro lugar para no ver a ese sinvergüenza”, enfatizó
rechinando los dientes con toda cólera.
Cada
cucharada de arroz que come no matica, sino engulle como la galena, la
desesperación se apodera de su cuerpo por lo que le espera en esa casa, la hora
avanza y el crepúsculo se cierra como el
telón, es hora de ir a casa.
Detrás
de cada niño mendigo se esconden diferentes historias, muchas veces son
historias desgarradoras que condenan el futuro, con como el fruto caído del
árbol frondoso y lo alto de la vida.
“No se engañe, mi apariencia es solamente una carcasa sin
significado”
Vicente
Carbajal de 56 años conversa con su mundo imaginario, comparte sus historias
del día a día a su yo interior.
Este
mendigo esquizofrénico divaga por las veredas de jirón de La Unión y el mercado
Central, construyendo un mundo imaginario frente al egoísmo. Detrás de la ropa
harapienta se esconde su fluidez verbal y el conocimiento amplio, limitado por
la demencia, nos da lecciones de vida que habita en su interior.
“no
recuerdo cuando empezó exactamente, aunque sí sé cómo. Llevo tanto tiempo así,
parece mi estado natural, pero no se engañe, mi apariencia es solamente una
carcasa sin significado. Se llega a este estado haciendo un servicio y en este
mundo no puedes hacer un servicio a la comunidad, porque te vaciará en pro de
nada. Yo lo llamo “la cadena de egoísmos”, en la que me tocó el rol del último
eslabón. Existe una cadena invisible, en la que un eslabón carga sus problemas
al siguiente, en que se pasa a próximo lo que ha recibido el eslabón previo.
Con eso, sólo se llega a que toda la tensión caiga sobre el último eslabón, el
que afianza la cadena a puerto, por más que sea el último, es el más fuerte. Es
pura física”, explica con la mirada retorcida y con los ojos que no deja de
parpadear.
La
tensión o la ley física de una cadena
invisible, puede que sea insoportable, la pregunta es ¿por qué no hace algo
para cambiarlo y dejar de ser ese último eslabón?. La esquizofrenia que apoderó
de cuerpo y alma a Vicente, es el eslabón tal como él, que se encierra en el
claustro mundo de la soledad, tal vez no entiendo lo que sucede con su persona,
piensa que carga con todo y es el más fuerte de todos.
“trabajo
en ello, sólo que no se aprecia a simple vista. Todo el mundo piensa que por
tener apariencia de mendigo, estás dispuesto a conformarte con una limosna
superflua, sus restos para matar el hambre. No es así, pero nunca se darán
cuenta”. Se muerde los labios de cólera como si el mundo estaría en contra de
sus pensamientos, nos obliga a echar la vista hacia la vista hacia la
cafetería.
Su
imaginación fluye como la de un escritor o un filósofo, desde su locura ve las
situaciones que acontecen en su alrededor, tiene una perspectiva jamás vista
por los hombres normales, sólo la locura lleva a ese grado de fluidez para
dilucidar.
“mire
la última cuadra de jirón de LA Unión, ahí éstas una cafetería donde venden
pizza, ¿la ve?, eta abierta todos los días. Yo suelo sentarme enfrente mirando
a las personas que la visitan. Este es un mundo hipócrita, en el que imperan
los antisistema que sólo buscan la satisfacción de su propio ego, poetas tontos
auto convencidos de que escribir una frase quebrará por saltos de línea es
recitar, falsos profetas que regalan te quiero de todo a cien…Y todos se juntan ahí. Se fagocitan sin
sentido, simplemente para satisfacer sus necesidades mutuas de forma efímera.
Yo simplemente los observo desde afuera, y aunque a veces intentan que entre,
solamente me limito a leer la pizarra que tienen en la puerta, en donde de vez
en cuando se puede ver un mensaje de ayuda...”. Sacude la cabeza como caballo
cada vez que utiliza una palabra rebuscada, se sonroja y pierde el
conocimiento.
Sueña
crear un distinto a la que existe, sus actos reflejan que lleva la infancia,
adolescencia y adultez simultáneamente, es un trío en uno solo cuerpo que
domina su racionalidad, su enajenación le privó de todo, vive su mundo, su
felicidad es ver gente alegre.
Vitocho, de dandi a mendigo
Una
vida de placeres reducida a la miseria.
Un
dandi que vivió en la opulencia, vistió con trajes elegantes rodeado de las
mujeres más bellas, despilfarró su fortuna a mano llenas, víctima del
alcoholismo, convirtiéndose en uno de los mendigos más despreciables del Centro
de Lima.
Víctor,
es un mendigo de 52 años que lleva una gran cicatriz de ocho centímetros en la
cejilla izquierda, tras resistirse a un asalto, se refugia en el alcohol
mientras arrastra una vieja frazada y un costal lleno de cosas usadas.
“Vitocho”,
en sus años mozos fue un hombre exitoso y ahora no es ni la sombra de lo que un
día fue, transformado en un triste mendigo que deambula cubierto de harapos y
con unos zapatos rotos que recogió de la basura. Este ex dandi pernocta a
diario apostado en un rincón de la plazuela de Santo Domingo sobre unos
cartones con una insostenible tos e intensos dolores lumbares.
Víctor
Sánchez hace cinco años fue deportado de Estados Unidos por su estado ilegal,
desde aquel día su vida dio un giro de 180 grados.
“Sólo
intentaba ganar dinero, no medí las consecuencias por mi avaricia pero qué puedo hacer, me deportaron
y lo perdí todo, después del gusto viene el disgusto", dijo vitocho.
Este
cincuentón llora su pena con una botella de alcohol metílico en mano, pues
quienes lo adulaban se convirtieron en quienes más lo desprecian. A diario,
Sánchez implora misericordia en el frontis de la iglesia Santa Rosa en la
avenida Tacna para saciar su vicio.
Vitocho
se alimenta gracias a la caridad de personas de buen corazón que mañana y noche
les brinda un plato de comida.
El
viaje sin retorno.
Margaret
es consumida por la miseria en el país que la vio nacer.
Fue
universitaria de Parma, Italia, se transformó en mendiga tras un viaje sin
retorno al Cusco.
Gregoria
Quispe fue adoptada en Perú a los siete años por una pareja italiana de forma
ilegal, vivió como Margaret Mayer durante diecisiete años en el viejo
continente. Margaret, ayacuchana de 79 años fue víctima de abuso sexual y
secuestro en Cusco, condenada a convertirse en una mendiga de la Plaza Mayor de
Lima.
“Magui”
en una visita al Cusco, tras una sesión de la alucinógena ayahuasca sufrió un
secuestro, padeciendo esta tortura por más de tres años. La ex estudiante de la
universidad de Parma, realizó trabajos forzados en una chacra al interior de la
ciudadela inca.
La
indefensa Margaret de entonces 27 años escapó de sus captores con huida a la
capital del Perú, a su llegada sufrió un robo al paso, donde fue brutalmente
golpeada.
Mayer
Quiboy, fue internada por dos semanas en el hospital Dos de Mayo, al salir del
nosocomio no tenia más que la ropa donada por las enfermeras. La ex parmesana
empezó por implorar caridad fuera de las iglesias limeñas, encontrando en el
jirón de la Unión el lugar propicio para obtener una limosna.
Sin
duda, mucho de estos personajes han tenido historias desgarradoras que nos han
quebrado el alma, pero cada vez se pierde la credibilidad cuando estos falsos
mendigos buscan aprovecharse de la caridad de los transeúntes.
Escrito por: Geraldine Villanueva Flores.